Matria

Gago muestra el poder del hombre, la precariedad laboral y se hace eco del carácter de una mujer que busca ser querida

Matria: Mujer

· Matria lleva acumulados numerosos premios, tanto nacionales como internacionales, confirmando la excelencia de este relato sobre una trabajadora gallega.

Una mujer se mira en un espejo y este le devuelve la imagen de un rostro desgastado de mirada taciturna. Ella es Ramona, la heroína de esta historia, que se prepara, en silencio, para afrontar un día más la rutina en la que se ha convertido su vida.

Matria (2017), de Álvaro Gago, lleva acumulados numerosos premios, tanto nacionales (Seminci, Alcine) como internacionales (Festival de cine de Sundance, creado por Robert Redford), confirmando la excelencia de este relato sobre una trabajadora gallega.


El cineasta vigués inicia su aventura cinematográfica en Chicago, con el documental Endless Chicago (2008/2009) y la prosigue en Londres, donde se gradúa en la London Film School con Curricán (2011). En 2015 firma Bombolles, realizado durante el taller de creación impartido por Abbas Kiarostami.

Matria conmueve porque reivindica a una luchadora que trabaja en una conservera y que convive con la ardua tarea de conciliar vida laboral y familiar. Pero también indigna porque traza el lamentable comportamiento de su marido que, agazapado en el «hogar», evade su responsabilidad en la pareja.

Esta cinta traslada la presión que padece Ramona, una inmensa Francisca Iglesias. Por un lado, sufre las acometidas diarias en el trabajo, recibiendo arengas de la encargada -«venga, a trabajar»-, también sometida ella misma a la cadena de producción. Por su parte, su dedicación a la hija y a la nieta, una forma de suplir sus carencias afectivas, la acarrea un grado de estrés, que afecta incluso a su salud.

En ese espacio en el que la tensión aprieta, solamente el camino que recorre del trabajo a casa, ese momento en el que la naturaleza acaricia su rostro, le permite recibir la energía necesaria para continuar por el sinuoso sendero de su vida. Ese recorrido en bicicleta por el municipio gallego nos trae a la memoria aquellas galopadas en las que otra resistente, Maureen O’Hara, en la magistral El hombre tranquilo (1952), de John Ford, crecía arropada por las míticas praderas de Innisfree.

La fotografía de Lucía C. Pan acoge a un personaje que desprende empatía y nos aproxima al dolor de una mujer, cuya mirada perdida define el vértigo que acompaña su existencia. El plano final, un prodigio, cierra esta historia circular, en la que el rostro de Ramona conecta de principio a fin. Un rictus de dicha momentánea esconde que, en realidad, todo sigue igual.

Por tanto, Álvaro Gago muestra el poder del hombre en la sociedad gallega, la precariedad laboral y, básicamente, se hace eco del carácter de una mujer que busca ser querida. Corto primoroso que confirma el talento de un director de nivel.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Lucía C. Pan
  • Sonido: Sound Troop
  • Producción: Á. Gago, Alberto Gago, José Gago
  • Dirección de Arte: Alba Aguiar
  • Duración: 20 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Productora: Sombriza Films
  • España, 2017
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