Men in Black 3

Men in Black 3: Secuela, secuela, secuela… se coló

Barry Sonnenfeld adaptó el cómic de Lowell Cunningham con Steven Spielberg como productor ejecutivo en 1997. Les salió una buddy movie de policías dispares (el reservado y el bocazas, el blanco y el negro, el veterano y el novato) persiguiendo alienígenas, cuando los OVNIS, UFOS y marcianetes nuevamente de moda, con Mulder y Scully triunfando en Expediente X (1993-2002). La película era una cosita muy modesta, con algunas secuencias divertidas, vistosos efectos especiales y un humor tontorrón y no demasiado ácido.

En 2002 se animaron con la secuela, un verdadero despropósito, chabacano y elemental, sin gracia.

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Diez años después, Spielberg y Sonnenfeld se suman a la corriente hollywoodiense de secuela, precuela o lo que se sea con tal de que el espectador cuele y pase por taquilla. Men in Black 3 tiene una historia insulsa, desganada, que igual entretiene a los que pusieron interés y cierto grado de entusiasmo en las dos películas precedentes, ya que abusa hasta el fastidio de los gags autorreferenciales. Cómo no, hay un viaje en el tiempo, una insulsa caza del alienígena que quiere destruir el mundo y un Will Smith nuevamente insufrible, con un carnaval de muecas y vocecitas. Sale dos veces la gran Emma Thompson. Y un rato, Tommy Lee Jones, otro grande. Seamos justos: Will Smith ha demostrado que es un actor relativamente solvente cuando alguien lo dirige, pero no es el caso.

Es la película más blanca de la serie, parece que con el claro deseo de que pueda ser vista por público familiar. Sonnenfeld va a cumplir los 60 y aún no se ha encontrado con algo parecido al ritmo y la gracia en una película. Pero bueno, todavía está a tiempo y le deseo suerte.

Lo mejor: El comienzo.

Lo peor: Will Smith.