Mercado de futuros

Mercado de futuros: El espacio como protagonista

El espacio vuelve a ser el protagonista de los documentales de Mercedes Álvarez. En El cielo gira era Aldealseñor, el pueblo que la vio nacer, un lugar concreto, íntimo y en vías de extinción. En Mercado de futuros, todos los espacios modernos que sufren la mordida de la especulación inmobiliaria, miméticos,  efímeros y teatrales, sin alma.

«El arte de la memoria», obra de la ensayista e investigadora inglesa Frances Yates que establece la conexión entre arquitectura, espacio, lenguaje y memoria, sirve a Mercedes Álvarez de plantilla sobre la que construye su discurso cinematográfico distribuido en partes tituladas. Con el poeta Simónides como guía, y la ciudad de Atenas como ejemplo de preservación de la memoria, nos muestra el desalojo y derribo de una antigua casa, la fiebre del mercado inmobiliario actual con sus ciudades-dormitorio y sus macrocentros de ocio y consumo, la trepidación de los brokers de la inversión financiera, el encantamiento de serpientes del éxito empresarial.

Una estructura demasiado clásica y rígida aunque no exenta del hilo narrativo que establecen los objetos y las personas que escapan a esa virtualización del espacio urbano, a  la compra y venta de sueños y al desalojo de la memoria personal y colectiva. Ahí están las muñecas; Jesús, trapero de «Les Encants» o el hombre del huerto.

La directora soriana logra transmitirnos la misma sensación de incomodidad y de culpa que ella sintió en el rodaje. No en vano, nosotros somos también actores en ese proceso de deshumanización. La fotografía es buena y el proyecto ambicioso e intelectual, aunque no justifica la morosidad de los planos y un metraje demasiado largo aliviado únicamente por ese ser increíble y natural que es Jesús. Él solo merecería una película.

▲ Jesús, el trapero de «Les Encants».

▼ El metraje excesivo.