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Milagro en la celda 7

Historia universal sobre el rechazo de aquel que es diferente, sobre el valor de la sinceridad y, muy especialmente, la capacidad de mejorar

Milagro en la celda 7 (2019)

Crítica Milagro en la celda 7: Diferentes e iguales

· Crítica Milagro en la celda 7 | Estreno 21 de marzo de 2020.
· Sensiblera no, sensible, como Yo soy Sam, en la que también encontramos a un padre con discapacidad con una niña.

Memo es un joven viudo, disminuido psíquico, con la inocencia, el candor y la nobleza de un crío de cinco años -o menos-; vive cuidando un pequeño rebaño de ovejas y repartiendo alegría y cariño a manos llenas. Memo ha vivido siempre con su abuela, que le cuida y le entiende. Memo tiene una hija, Ova, de unos siete años, inteligente y madura. Nada más comenzar la historia se produce una tragedia: Memo está cerca de una niña cuando esta sufre un accidente y muere. Rápidamente es acusado de asesinato y el padre de la difunta, oficial del ejército, quiere verlo ahorcado. En la cárcel, sus compañeros de celda lo reciben como a un asesino de niños; por otra parte, la pequeña Ova busca a un testigo ocular que podría salvar la vida de su padre.

Una película coreana de Hwan-kyung Lee basada en hechos reales, inspira a Mehmet Ada Öztekin, que ha conseguido con Milagro en la celda 7 un buen remake y una obra original (sic) a la vez, al adaptarla a su país y época admirablemente. Con ayuda de un inspiradísimo Aras Bulut lynemli (Memo), que compone un retrato maravilloso, y de la pequeña Nisa Sofiya Aksongur (Ova), que con sus escasos años cuenta ya con una larga carrera de niña actriz, compone una historia universal sobre el rechazo de aquel que es diferente, sobre el valor de la sinceridad y, muy especialmente, la capacidad de mejorar. Tras su llegada a la celda -y hay momentos duros en esta película-, Memo se gana a sus compañeros y también a sus guardianes y al mismo director de la prisión. Todos se dan cuenta de que no es culpable y deciden -en la medida de sus posibilidades- ayudarle.

El retrato de los otros convictos, en particular, es interesantísimo, empezando por el pequeño mafioso Askorozlu y terminando por el líder, que arrastra una pena profunda y contribuirá al sorprendente giro final de esta historia. Todos ellos recibirán la benéfica influencia de Memo y Ova.


Sensiblera no, sensible, como Yo soy Sam, en la que también encontramos a un padre con discapacidad con una niña (¿a su cargo?), o como esa otra buena película turca que vimos hace poco, Ayla: La hija de la guerra, de Can Ulkay.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Torben Forsberg
  • Montaje: Beng Bandong
  • Música: Hasan Ozsut
  • Duración: 132 min.
  • Público adecuado: +7 años
  • Distribuidora: Netflix
  • Turquía (7. Yedinci Kogustaki Mucize), 2019
  • Estreno: 21.3.2020
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.
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