Minority report: Estamos a tiempo…

Al hablar de las películas de Spielberg tendemos a irnos por las ramas, abrumados por el ingente volumen de información que genera la maquinaria promocional. Vayamos al grano: Spielberg ha recuperado el pulso narrativo que pisó cumbre en La lista de Schlinder y brilló en buena parte del metraje de Salvar al soldado Ryan. La fantasía del autor del relato original, Philip K. Dick (Chicago,1928 – Santa Mónica,1982), un prolífico escritor con una vida bastante peculiar tiene una capacidad de anticipación que asombra y aterra. ¿Cuántos científicos de nuestros días no están sometidos a la dictadura del progreso, a la presión abrumadora de una opinión pública aborregada que corea eslóganes abyectos que componen creadores de opinión que quemarían a su propia madre en el sacrosanto altar de la Diosa Ciencia? ¿Cuántos se dejan engañar por los nobles y terapéuticos fines que pretenden justificar investigaciones que no por ser técnicamente posibles dejan de pisotear la dignidad humana?

Minority report es una película extraordinariamente amena que te lleva en volandas sin paradas en discursitos pseudofilosóficos, de esos que llenaban el interminable metraje de A.I. No por ello deja de tener un trasfondo ético de primera magnitud, que se ofrece de una manera bastante inteligente: entreteniendo al espectador. «El hecho de que Dick sea entretenido se basa en que sus relatos mezclan la realidad y la locura, el tiempo y la muerte, el pecado y la salvación, y todo eso escapa a la mayoría de los críticos» dijo Ursula K. Le Guin, otra escritora de ciencia ficción.

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La última película de Spielberg tiene un diseño de producción de hermosa sencillez, lejos del ahumado barroquismo de Blade runner, cercano al minimalismo funcional de GattacaJanusz Kaminski vuelve a degradar la fotografía para dar aires de cine negro a una historia muy bien contada-montada por un superdotado llamado Kahn. Acostumbrados a ver a Lucas e imitadores engolosinados con los efectos especiales, se agradece en Minority report que casi siempre los alardes técnicos (los ordenadores manejados con las manos, las carreteras que reciben los vehículos de las paredes de los edificios, la piscina de los Precogs, la publicidad personalizada) sirvan para potenciar el guión. En lo interpretativo, Cruise y Samantha Morton (la chica muda de Sweet and lowdown de Allen) dan la cara y componen una secuencia bellísima en la huida del Departamento de Precrimen.

No lo duden, este viaje al futuro merece la entrada, aunque al que tenga un poquito de sentido común se le atragantarán las palomitas.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Janusz Kaminski
  • Montaje: Michael Kahn
  • Diseño de producción: Alex MacDowell
  • Música: John Williams
  • País: EE.UU.
  • Año: 2003
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