Misterios de Lisboa

Misterios de Lisboa: El arte del folletín

Misterios de Lisboa | Lisboa, siglo XIX. Pedro Silva es un huérfa­no adolescente que vive en un internado cus­todiado por el Padre Dinis. En un viaje que le llevará a recorrer Portugal, Francia, Ita­lia y Brasil, Pedro descubrirá un pasado en el que conviven traición, pasiones y aven­turas.

Planteada como una miniserie de seis capí­tu­los, Misterios de Lisboa fue una de las pe­lículas más aplaudidas y premiadas del úl­timo Festival de Cine de San Sebastián. El pro­lífico e irregular director Rául Ruiz (Chile, 1941) obtuvo el Premio al mejor direc­tor por esta película que se proyectó de ma­nera continuada en el Teatro Victoria Eu­genia (un lugar muy apropiado para este co­llage teatral tan decimonónico).

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Sorprende la soltura con la que el director va llevando al espectador por el enredado argumento sin perder la intensidad dramá­tica. El numeroso grupo de actores portu­gueses aparece y desaparece complicando la historia hasta límites insospechados. Pe­ro todos ellos tienen algo que contar, un ma­tiz que añadir a la identidad perdida de Pe­dro Silva. El vestuario, la música, la dirección artística y la fotografía hacen de ca­da plano un cuadro minimalista en el que la cámara se mueve con la serenidad necesa­ria. Un presupuesto de dos millones y me­dio de euros muy bien aprovechados.

El enmarañado argumento y la elegancia de su representación recuerda a los grandes de la literatura folletinesca. Pero donde la pe­lícula cobra un valor especial es en la ausen­cia de un anacronismo recurrente en el ci­ne actual de época. De esta manera se pre­senta un siglo XIX creíble, en el que la cul­pa, la búsqueda de la verdad y la redención no se ridiculizan presentando clichés post­modernos.

En definitiva, una película bellísima de un tempo distinto que se acerca al espec­ta­dor actual gracias a la amenidad y el atrac­ti­vo heredado de la novela por entregas.