Mistress America: El universo de Baumbach y Gerwig
La colaboración entre Noah Baumbach y Greta Gerwig en los largometrajes Greenberg, Frances Ha y Mistress America da fe de una fértil simbiosis creativa. El talento demostrado por Baumbach con anterioridad como director y guionista -recuérdese la rotunda Una historia de Brooklyn en las dos facetas, así como las colaboraciones de guion para Wes Anderson en Life Aquatic (2004) y Fantástico Mr. Fox (2009)- se expande en estas películas junto a Gerwig, y de manera muy especial en el díptico que configuran Frances Ha y Mistress America. Con esta última, Baumbach ha revalidado su estatus como uno de los «nuevos dandis» del cine estadounidense y, desde luego, como una voz fundamental de esa corriente que se ha dado en llamar el «American Smart Cinema».
De la misma manera que corresponde a Gerwig un papel destacado en la consagración profesional de Baumbach, la actriz se ha destapado a su lado como una dotada guionista -suya es la génesis de Frances Ha, y comparten también créditos en esta ocasión- y se ha convertido, en palabras de Lena Dunham, en la reina indie de Hollywood. Tras sus destellos en el cine mumblecore y sus interpretaciones para Woody Allen y Whit Stillman, Gerwig ha modelado en sus películas con Baumbach una imagen fílmica imponente. Siguiendo el atrevimiento de Dunham, diremos que con su personaje de Brooke en Mistress America Gerwig no solo ha afianzado su imagen como heroína romántica bohemia, sino que su encanto y singularidad le permiten medirse de tú a tú con Annie Hall, el referente indiscutible de este arquetipo durante las últimas cuatro décadas.
En sintonía con ciertas protagonistas de la screwball comedy -cuestión que abordaremos-, Brooke representa una criatura fascinante, capaz de cautivar al espectador, entre otros motivos por su «ingenio cortante y sueños grandiosos, impulsos salvajes y proyectos locos, observaciones incisivas y audacia sin límites». De su mano y de la de Tracy, su también atractiva escudera, Baumbach orquesta un relato que celebra la amistad femenina y versa sobre unos personajes que anhelan encontrar su lugar en el mundo.
La heroína carismática
Según argumenta con acierto Scott Tobias (2015), la irrupción de Greta Gerwig en la filmografía de Baumbach marca un giro de tono en sus filmes, que se vuelven más luminosos gracias a sus personajes. Hasta Greenberg incluido, expone Tobias, las películas de Baumbach habían incluido fuertes personajes desagradables y de influencia negativa para su entorno. Es el caso de la hermana cizañera en Margot y la boda, el narcisista padre de familia en Una historia de Brooklyn, y el carpintero egocéntrico y por momentos insufrible en Greenberg.
En esta última película, en la que comienza la relación profesional -y sentimental- de Gerwig y Baumbach, su personaje de Florence sirve de contrapunto al misántropo y tóxico Greenberg: Bambi se encuentra con Godzilla, sintetiza Tobias. Florence se perfila como una presencia luminosa que anticipa un parecido familiar con las posteriores Frances (Frances Ha) y Brooke (Mistress America), las tres «chicas normales» pero tocadas por la gracia y el gusto, vulnerables y vitalistas, e innegablemente genuinas.
Como sucederá con sus sucesoras neoyorquinas (Frances y Brooke), Florence transmite una imagen risueña y naif, la de una joven que asume con deportividad su falta de proyección profesional, los fracasos de su desastrada vida sentimental y, en general, la inestabilidad que define su vida. Además, sin grandilocuencias, a su favor juegan su ausencia de malicia (que no ingenuidad), su talante empático y cariñoso (extensivo a los animales domésticos), y su naturaleza confiada y abierta.
Frente a la focalización dual de Greenberg, Frances Ha centra su atención en el retrato del personaje que interpreta Gerwig, el que da nombre a la película haciendo justicia a su omnipresencia narrativa y, sobre todo, a su condición carismática. No en vano, «el filme se expresa como un poema de amor a Frances y a la actriz que la interpreta». Poco importa que Frances se considere una «espantachicos» por culpa de sus depurados gustos estéticos y sus opiniones singulares, como poco importa que la persiga una proverbial mala suerte que da pie a abundantes situaciones cómicas, o que su nomadismo dé cuenta de su falta de anclaje vital.
Pablo Echart
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Ficha Técnica
- Dirección: Noah Baumbach,