Mucho ruido y pocas nueces: Shakespeare, ¿quién si no?

Mucho ruido y pocas nueces | Si Los Vengadores no hubiera tenido tanto éxito, esta película no se habría estrenado: la llave Whedon abre puertas…

Ya han pasado veinte años desde que Kenneth Bra­nnagh realizara su propia versión de esta comedia de Shakespeare, bellísima adaptación que recor­dó al público -angloparlante- que su dramaturgo fa­vorito no había pasado de moda. Desde entonces las versiones de la obra de Shakespeare se han suce­di­do, con éxito y enfoques diversos, desde la majestuosidad del Hamlet del propio Brannagh, y el mo­derno y muy kitsch Romeo+Julieta de Baz Luhrmann, que respetaron el original, a diversas adap­ta­cio­nes que cambiaban el texto y su contexto, como fue­ron las 10 razones para odiarte, para adolescentes, ins­pirada en La fierecilla domada, o la propia O, un mo­derno Otelo, también para un público juvenil.

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La nueva versión de Mucho ruido y pocas nueces cuen­ta -recordémoslo- un breve alto de don Pedro de Ara­gón y su séquito en Mesina. En esos días asistiremos divertidos al romance de dos de sus mejores hom­bres (Claudio y Benedick) con la hija (Hero) y la so­brina (Beatrice) de Leonato, su anfitrión; la joven pa­reja encarna la inocencia, la otra la experiencia a la que se suman una grave incontinencia verbal y un for­tísimo espíritu burlón; asistimos también, sin que se sepa muy bien el cómo ni el por qué, a una manifestación del odio que don Juan, hermano bastardo de don Pedro, profesa a su propio hermano. La histo­ria pudo acabar en tragedia pero todo quedó en ruido.

Whedon respeta el texto original de Shakespeare, y rueda en blanco y negro, elección sorprendente y audaz que da un atractivo especial a esta obra: esa no­ta arcaizante ayuda a distinguirlas de las demás pro­ducciones del año. La puesta en escena es riguro­sa­mente contemporánea, los caballos son limusinas, la finca de Leonato un chalet de lujo con jardín y piscina. Aunque los primeros parlamentos llaman la aten­ción -sobre todo al mencionar nombres propios-, las tramas principales tardan poco en hacerse con el con­trol de la obra y la «modernización» pasa la prue­ba sin problemas, en buena medida por un casting sin estrellas: casi todos los actores son jóvenes pro­mesas de televisión, algunos ni siquiera eso; Whedon los con­vierte en actores que enfrentan sin problemas una obra de este nivel.

¿Por qué funciona tan bien esta obra? Hay dos buenas razones, los personajes principales, Benedick y Bea­trice, son encantadores y el público, desde el primer momento, los adora y quiere que acaben juntos, no hay tema más universal que ése; además se trata de una localización de ensueño, una casa llena de gen­te, en la que lo más importante es escuchar las con­versaciones ajenas, y eso funciona de maravilla en tea­tro y en un chalet como el que contemplamos en es­te caso. El resto es, para el público angloparlan­te, la melodía de los versos libres de Shakespeare, y sus con­tinuos juegos de palabras y dobles significados.

Solo lamento que, al acercar tanto la obra al espectador actual, pierde buena parte de su encantador pla­tonismo, y los detalles sensuales cobran una crudeza que llama la atención -en eso la pantalla no perdona-, tanto en las dos breves y poco ofensivas es­cenas de alcoba, como en la fiesta con todo ese derrochador consumismo.

Un capricho de Whedon, que rodó con sus amigos en vacaciones, o mejor, sus vacaciones consistieron en darse el gustazo de rodar una obra a la que tenía ga­nas. Lo hizo en su propio chalet, en diez días, y ha­ciendo de hombre orquesta. Si Los Vengadores no hu­biera tenido el éxito que tuvo, esta película no se ha­bría estrenado, pero la llave Whedon abre puertas que permanecen cerradas para otros.

Ficha Técnica

  • Música: Joss Whedon
  • Fotografía: Jay Hunter
  • Montaje: Daniel S. Kaminsky, J. Whedon
  • Duración: 107 m.
  • Distribuidora: Betta Pictures
  • Público adecuado: +16 años (X-)
  • Estreno en España: 20.12.2013

EE.UU. (Much Ado About Nothing), 2012.

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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.