No puedo vivir sin ti

No puedo vivir sin ti: No hay manera

· Crítica de No puedo vivir sin ti | Estreno 16 de agosto de 2024 en Netflix.
· Los diálogos son agudos, ingeniosos y gran parte del humor proviene de sus frases y su concatenación.

Santiago Requejo, director de la comedia @buelos (2019), del mediometraje 24 Siete y del aclamado cortometraje Votamos (2021), dirige este filme coproducido con Netflix Latinoamérica, ideado a medida para el actor argentino Adrián Suar. El propio Requejo firma el guion junto a José Gabriel Lorenzo.

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La película, cuyo título bebe de la canción No puedo vivir sin ti, de Los Ronaldos, tiene como protagonista a Carlos, un ejecutivo casado y padre de dos hijos, un adicto al teléfono móvil. Ante la decisión de su mujer de abandonarle por causa de su adicción, Carlos deberá decidir si continúa con su ritmo de trabajo frenético y de permanente uso del teléfono, o si acude a una terapia muy particular para aprender a desconectar.

Bajo esta premisa tan sencilla, No puedo vivir sin ti encierra una comedia divertida, alegre y optimista, repleta de gags y situaciones muy entretenidas, así como una oportuna reflexión acerca del uso de las tecnologías y su incidencia en la familia y el trabajo. Sin duda, es una película familiar, pensada para atraer a todos los públicos, de humor «blanco» y sano, sin asomo de gamberradas ni ánimo de herir o criticar. De hecho, posiblemente peque de excesivo pacifismo, pues le habría venido bien un poquito más de atrevimiento en el humor.

Tanto el conflicto de Carlos como el desarrollo de las sesiones del grupo de ayuda y el desenlace están muy bien elaborados, aunque sí achaque fallas de ritmo e irregularidades en su primera media hora y en la transición del segundo al tercer acto. Los diálogos son agudos, ingeniosos y gran parte del humor proviene de sus frases y su concatenación. Para los muy cinéfilos, también hay guiños al séptimo arte, como el simbólico nombre de una cafetería, el juego de adivinar películas y un desen­lace que nos remite a más de una comedia romántica icónica. Los exteriores de la ciudad de Bilbao casan muy bien con el relato, y Requejo salva con oficio una secuencia de persecución por las calles de la ciudad.

Sin embargo, se echa de menos más profundidad en el desarrollo de los personajes secundarios y más subtramas individuales. La omnipresencia de Carlos acaba siendo reiterativa, y le habría venido bien a la historia mayor frescura en el equilibrio de personajes, así como más metraje para dar más recorrido a las tramas. Especialmente, en el caso de los compañeros del grupo de desconexión. Por otra parte, hay escenas lastradas por un uso reiterado de la partitura musical, lo cual genera un melodramatismo innecesario.