No tengas miedo

No tengas miedo: Pesadillas con monstruos

No tengas miedo | Armendáriz vuelve a la pantalla grande con una película muy dura y a la vez muy honrada. 

Silvia es una joven marcada por una infan­cia de abusos. A sus 25 años trata de sa­lir de la pesadilla que ha sufrido y empe­zar una nueva vida.

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Después de 7 años, Montxo Armendá­riz, cumplidos ya los 62, vuelve a la gran pan­talla con una arriesgada propuesta: una película que aborda los abusos sexuales a menores. El realizador navarro confie­sa que el origen de este largometraje fue la ne­cesidad de hacer algo cuando cono­ció los desgarradores testimonios de algu­nas víc­timas de abusos y de sus terapeu­tas. “Con­cibo el cine como un arma pa­ra mejorar el mundo”, señala el veterano cineasta, que también confiesa que a lo largo del rodaje estuvo a punto de aban­donar el pro­yecto varias veces porque no podía sopor­tar la dureza de algunos tes­timonios.

Este compromiso y esta postura ética se per­ciben en el último trabajo del director de Secretos del corazón. La cinta es durísima, brutal y, al mismo tiempo, sobria y ale­jada de cualquier tipo de sensacionalismo. Se nota un cuidado exquisito para man­tener el tono de la narración, para rehuir el morbo sin evitar la grave narración de los hechos.

Para conseguirlo, Armendáriz recurre a un buen número de recursos de lenguaje fíl­mico, desde continuas -y aterradoras- elip­sis hasta el uso de técnicas documenta­les (que permiten, por ejemplo, narrar lo que ocurre a través de declaraciones de las víctimas), pasando por un cuidado traba­jo de cámara (siempre a la altura de la pro­tagonista) y una decidida apuesta por la sobriedad de efectos (la única música que se escucha en la película es la que to­ca la joven con un chelo y su amiga con un piano).

Por otra parte, el cineasta navarro ha cui­dado mucho la documentación de la pe­lícula y ofrece una visión del problema que se acerca bastante a la terrible realidad. Una realidad que, como en el peor cuen­to de monstruos, revela que la mayoría de los abusadores están en el entorno fa­miliar de las víctimas, que ante estos abu­sos es corriente que otros familiares ca­llen, que las agresiones marcan de por vi­da y que muchos maltratadores fueron pri­mero víctimas.

Afortunadamente, Armendáriz cierra su reflexión aportando también la informa­ción de terapeutas que, con su trabajo, con­siguen sacar adelante a muchas de estas personas.

Cinematográficamente, la densidad ética del filme pasa factura y así como la pri­mera parte está perfectamente hilada, la película pierde fuelle en el tramo final. Pe­ro es un defecto menor en una cinta tan du­ra y difícil de ver como necesaria.

Los tres protagonistas, Michelle Je­nner, Lluís Homar y Belén Rueda, están per­fectos en sus complicados personajes.