Noche de vino y copas

Noche de vino y copas: PH ácido

Noche de vino y copas | Un director danés que cambia de registro con algunos aciertos, pero que no termina de coger el pulso a la comedia, aunque sea la de PH ácido.

La vida de Christian, danés cuarentón, comerciante en vinos, no va bien: su negocio está al borde de la ruina; su hijo Oscar no abre la boca, viste de negro, lee a Kierkegaard y pasa el día haciendo fotos; su mujer, que los abandonó hace años, le ha escrito desde Argentina para pedirle que firme los papeles del divorcio.

Compartimos viaje con Christian y Oscar a Buenos Aires. No hablan español y el novio de la mujer es un astro del fútbol argentino.

Madsen (Flame y Citron) se pasa a una comedia de buena factura aunque dista mucho de ser redonda. Madsen, dejémoslo claro, no es la Lone Scherfig de Italiano para principiantes. Construye sus gags -la historia es una sucesión de situaciones disparatadas- sobre el shock cultural que vive Christian (buen trabajo de Anders W. Berthelsen) en Buenos Aires, donde no entiende nada, le pasa de todo y se encuentra, o enfrenta, a toda una galería de personajes de lo más singular. Algunos de ellos son un logro del guionista, otros son burdas caricaturas. Las mejores conversaciones tienen lugar en un bar, entre copas. De fondo, no podía ser de otra manera, se oyen tangos.

Acierta Madsen al reírse de sí mismo y al subrayar la necesidad de superar las dificultades y seguir adelante a pesar de los fracasos.

Pero es burdo en demasiadas ocasiones, injusto en su caricatura de la religión -más superstición que otra cosa- del ídolo argentino y de sus sacerdotes. Frivolo con el enamoramiento de jóvenes y adultos, cierra telón dejando un regusto demasiado amargo.