Notting Hill

Notting Hill: Una comedia luminosa

Qué difícil es hacer una buena comedia y qué difícil es contar una buena historia de amor. Notting Hill se atreve a ambas cosas, encuadrándose en eso que se ha dado en llamar comedia romántica; siguiendo la estela de éxitos como Cuatro bodas y un funeral o La boda de mi mejor amigo. Notting Hill parece la intersección de las dos, llegando de hecho a protagonizarse con las dos primeras figuras de ambas películas. Es una de esas historias que caen bien desde el primer fotograma. Que logran mantener al público en esa difusa línea entre la carcajada y la lágrima. Notting Hill nos cuenta cómo un librero londinense de escaso éxito se enamora de la actriz más famosa de Hollywood.

Como buena comedia, posee un rico guión que hace avanzar la historia de amor entre risas. Su humor no consiste en gags visuales, ni en chistes. Su humor nace de las situaciones, de hacer chocar el aparentemente glamuroso mundo de Hollywood con el mundo sencillo y normal de un popular barrio londinense.

La película tiene para ello su mayor filón en la pléyade de secundarios que acompañan a los protagonistas. Personajes llenos de cicatrices internas y externas que dan un toque realista.

Es una comedia luminosa, aparece en ella el Londres más soleado de los últimos años, dándole un aire de cuento de hadas. Porque eso es lo que Notting Hill es realmente. Si Julia Roberts en vez de actriz interpretara a una princesa todo seguiría igual. En cierta forma es una película que recuerda a otras como El Príncipe y la corista o El cisne, con aquella inolvidable Grace Kelly.

Como historia de amor funciona, aunque en alguna ocasión el director aparca el carácter romántico en virtud de alguna otra concesión de tipo sensual. Julia Roberts se siente cómoda en un papel que parece escrito directamente para ella. Se ríe de ella misma y hasta echa un vistazo irónico sobre el mundo del cine. Un Hugh Grant con más tics que nunca, tan dubitativo y escaso de recursos como siempre, ¿pero qué importa? Logra reflejar a la perfección el caos que le produce semejante flechazo.

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