Ocean´s eleven

La cinta respira solvencia, tiene un guión sólido, diálogos bien escritos y mejor interpretados, personajes perfectamente creíbles

Ocean's eleven

Ocean’s eleven: Bueno, bonito y caro

Ocean´s eleven | Como ustedes saben a los departamentos de publicidad de las productoras les encanta vendernos burras. Queda molón eso de presentar una película como fruto del ánimo festivo de un puñado de estrellas que decide embarcarse en una película intrascendente para echarse unas risas en un clima de compadreo.

El señorito Steven, a pesar del oscar, tiene poco curriculum y una edad temprana (39) para dedicarse a hacer pelis para divertirse, como se supone que hicieron los consagrados Ford y Hitch en Mogambo y Atrapa un ladrón. La undécima película de Soderbergh, con 85 millones de dólares de presupuesto que eran para entendernos casi 16.000 millones de pelas (96 millones €), es -a mi entender- un trabajo muy serio, muy pensado. Y por eso mismo el resultado final es un espectáculo divertido, ameno y brillante. Algunos datos que justifican mi opinión derivan del repaso y del análisis de los créditos. Como ya hizo en Traffic, el director se ocupa -bajo seudónimo- de la fotografía. Cualquiera que sepa de este trabajo, sabe lo que trabaja un director de fotografía, el tiempo que requiere -por ejemplo- la iluminación de un set. Viendo el resultado final, es fácil entrever la cantidad de horas que ha tenido que echar el equipo técnico y artístico de la película para rodar un puñado de secuencias sencillamente deslumbrantes. Puestos a ser precisos y puñeteretes, lo único que desentona es la falta de concentración de Julia Roberts cuando baja las escaleras vestida de rojo y se dedica a echar miraditas por doquier (supongo que al tío de la grúa, a la script, al ayudante de dirección, etc).

Que Ocean»s eleven sea un remake (Milestone la filmó en 1960) no quiere decir que sea un juguetito caro y nada más. La cinta respira solvencia, tiene un guión sólido, diálogos bien escritos y mejor interpretados, personajes perfectamente creíbles, una puesta en escena colosal capaz de crear eso tan difícil que se llama atmósfera, un ritmo inteligente y ágil merced a una planificación y un montaje de cinco estrellas. Lo del diseño de producción merece una atención singular: la elegancia que respira la película no es casual, ni se debe sólo a la gente guapa que aparece. Por referirme sólo a dos detalles, les animo a reparar en el acertado vestuario -se encarga el colaborador habitual de Allen– y en la calidad del sonido (no se pierdan la versión original) que tiene unos registros de una precisión apabullante. Por no hablar del maquillaje de la Roberts.


Los 117 minutos de andanzas de Clooney y compañía no se hacen pesados. Quizás porque hay un abismo entre Ocean»s y películas como The score. Un abismo que se llama credibilidad.

Ocean´s eleven

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