Oda a mi padre

La superproducción, que ha arrasado en taquilla, condensa la vida y el dolor de la historia reciente de Corea y es un homenaje filial del director

Oda a mi padre

Oda a mi padre: La memoria colectiva

· Oda a mi padre: Película muy no­table, que pone de relieve la importancia de la memoria, el valor de la unidad familiar, el amor, la amistad. Para reír, llorar y recordar en familia… y en el cine.

Todo pueblo que sufre necesita recomponer su memoria colectiva para reconciliarse con su pasado y mi­rar hacia delante con sabiduría y confianza. Corea es un territorio aún dividido donde el Sur ha sido capaz de pasar de la ruina a la prosperidad en pocos años. To­dos tienen un padre o un abuelo que luchó en la Gue­rra de Corea y pasó mil penalidades. Pero la juventud tiende a olvidar.

El director JK Youn (Tidal Wave) se encuentra en esa edad bisagra que siente la llamada a conectar las an­tiguas y las nuevas generaciones de coreanos y ha que­rido hacer una cinta sobre la historia reciente de su país. No es de extrañar que su última película haya si­do un fenómeno y se haya convertido en una de las más taquilleras de su historia. Al mismo tiempo resul­ta inevitable que levante ampollas entre sectores que la consideran blanda e insuficiente. El propósito es am­bicioso.

El título no es baladí. Oda a mi padre quiere conden­sar la vida y el dolor de la historia reciente de Corea pe­ro también la de la familia del director, que perdió a su padre cuan­do estudiaba en la universidad. Por eso es­coge a un hombre y a una familia de Busán -su ciu­dad natal- para contar las penurias de su país. “Nunca tu­ve la oportunidad de darle las gracias por lo duro que trabajó para proveer para nuestra familia, por lo que siempre he querido hacer una pelícu­la en su ho­nor”, ha reconocido en varias ocasiones Youn.

1950. En el puerto de Busán, el segundo más impor­tan­te del país, miles de coreanos tratan de huir de la in­vasión. Algunos logran embarcar en barcos de las tro­pas aliadas, entre ellos la familia protagonista. Pero la fatalidad quiere que sus miembros se tengan que se­parar. El pequeño Duk-soole promete a su padre que cui­dará de la familia. Pasan los años pero él no olvida su promesa.

Los puntos de giro, clímax, anticlímax y reveses se de­sa­rrollan adecuadamente aligerando los momentos dra­máticos con detalles de humor.

La película tiene hechuras de superproducción y pi­de pantalla grande. Las tomas del puerto de Busán con los barcos de guerra y las miríadas de gentes corriendo des­pavoridas son espectaculares y la cámara se mueve bien entre lo monumental y el detalle íntimo. El vestuario, los decorados y efectos especiales recrean sensa­ciones de impotencia, pobreza y angustia en­fa­ti­­zadas por un banda sonora instrumental.

El guion se despliega con corrección de escuela: el arran­que y el cierre del vuelo de mariposa contribuyen a completar el ciclo y restañar la herida, al igual que de­terminadas situaciones y frases de los personajes. Los puntos de giro, clímax, anticlímax y reveses se de­sa­rrollan adecuadamente aligerando los momentos dra­máticos con detalles de humor. Es una característi­ca del estilo del director, pero a veces le juega malas pa­sadas provocando contrastes excesivos o situaciones cho­cantes que restan espontaneidad a la acción. Al igual que las transiciones entre presente y pasado, con el Duk-soole abuelo y niño.

Las interpretaciones están llenas de bondad e ingenuidad, pero se echa en falta algo de matiz psicológico que les dé hondura. Priman el mensaje y la historia, la acción, lo coral, sobre lo personal.

Esto es quizá lo que le falta para ser aún más gran­de, aunque es suficiente para conmover profundamen­te -emotiva la búsqueda de familiares perdidos, conju­gan­do ficción e imágenes de fondo documental del pro­grama de la KBS- y mover a once millones de espec­ta­dores en su primer fin de semana.

En definitiva, Oda a mi padre es una película muy no­table, con factura de fábula clásica que pone de relieve la importancia de la memoria, el valor de la unidad familiar, el amor, la amistad, el sentido del honor, el respeto a los mayores y a la mujer. Para reír, llorar y recordar en familia… y en el cine.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Choi Young-hwan
  • Montaje: Jin Lee
  • Música: Byung-woo Lee
  • Duración: 126 min.
  • Público adecuado: +16 años (V-S-)
  • Distribuidora: European Dreams Factory
  • Corea del Sur (Gukjesijang), 2014
  • Estreno en España: 2.10.2015
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