Offside (Fuera de juego)

Offside (Fuera de juego): A vueltas con el cine iraní

El pasado año se estrenaron varias pe­lículas que utilizaban el fútbol como excusa para hablar de temas sociales subyacentes al astro del deporte rey. Tal fue el caso de los documentales El nacimiento de una pasión o Estrellas de la línea, y de películas de ficción como La gran final o Gala­ta­saray-Depor. Antes hubo una comedia social llamada Quiero ser como Beck­ham (Gu­rinder Chadha, 2002), en la que descubrimos a la ahora encumbrada Keira Knight­ley.

Jafar Panahi (Irán, 1960) se apunta a esta tendencia en Offside, donde utiliza como te­lón de fondo el partido contra Japón que le valió a su país la clasificación en el pasado mundial de Alemania. Las féminas tienen prohibido el acceso a este tipo de acontecimientos deportivos, y el realizador sigue con su cámara a un grupo de mujeres que, disfrazadas de hombres, tratarán de colarse en el es­tadio.

Offside estuvo en Berlín y en Gijón; en el primero se llevó el gran premio del jurado y en el segundo los de mejor actriz y del jurado joven. No sorprende, pues el realizador parece haber encontrado en sus cintas la fórmula del éxito: una historia de a pie narrada con un estilo realista, casi documental en la iluminación y en el manejo de la cámara -el director de El globo blanco (1995) o El círculo (2000) ha sido considerado como el neorrealista iraní-, actores no profesionales y, en primer plano, la denuncia a la situación de las mujeres en su país.

Pese a las duras consideraciones sociales que se ponen de manifiesto en el filme -no todas con igual acierto, caso del conflicto generacional-, es en el campo cinematográfico donde a esta película le falta la garra necesaria para calar en las entrañas del espectador. Bien sea por el excesivo desaliño estético (ese realismo temporal tan buscado acaba repercutiendo al ritmo), o por plantear unos personajes de ficción demasiado planos, Pa­nahi logra tratar con sencillez y en clave de comedia temas complejos, y a su película le perjudica una visión blanda y fácil que deja el «cine de denuncia» en claro fuera de juego.