Operación U.N.C.L.E.

·Operación U.N.C.L.E.: Divertida, elegante y muy vistosa película de Guy Ritchie

Operación U.N.C.L.E. | En mitad de la cruda Guerra Fría, la CIA y el KGB luchan por hacer de sus respectivos países los amos del cotarro. En medio, el MI6 británico.

Guy Ritchie lleva a la pantalla grande la serie de TV creada por Sam Rolfe en 1964 en la que Robert Vaughn y David McCallum interpretaban a los agentes Napoleon Solo e Illya Kuryakin, enemigos acérrimos que una amenaza nuclear llevará a compartir misión.

Ritchie (Hatfield, Hertfordshire, Inglaterra, 1968) ha sido siempre proclive a dar a sus películas un tono macarrilla, pandillero, slang o como quieran calificarlo. Esta vez, era necesaria mucha elegancia, un derroche de estilo, sin que la película perdiese la sonrisa y una ración sostenida de guasa. Y el director británico lo consigue gracias a un guión suelto y simpático. Las decisiones  en el casting y el diseño de producción son muy acertadas. Con unos generosos 75 millones de presupuesto, la película se ha rodado en Inglaterra e Italia.

Lo mejor de la película son las dos mujeres que interpretan con llamativo carisma la sueca Alicia Vikander y la australiana Elizabeth Debicki. Las dos son arrolladoras, cada una a su manera.

John Mathieson (Gladiator, Robin Hood) es el director de fotografía y su retratos de las andanzas de los cuatro personajes tiene carisma y elegancia. Te hace recordar el aire que se respiraba en esa película magistral titulada Charada en la que Donen se marcaba un musical formidable, mezclando la historia de amor intergeneracional con el thriller conspirativo.

Como en Charada, el diseño de vestuario de Operación U.N.C.L.E. es maravilloso. Joanna Johnston permite que Ritchie se luzca en la secuencia memorable (la entrevista entre el agente americano y la magnate italiana) y en las pruebas de vestuario de una chispeante Alicia Vikander que sabe darle a la cámara lo que pide (cuando lleva el mono de mecánico y cuando siembra el pánico en la salida del Hotel con un vestido blanco con dibujo verde).

Un gran Oliver Scholl (alguien capaz de elegir un sillón como el que ocupa Elizabeth Debicki es grande, especialmente porque las orejas del sillón protegen el rostro de la actriz que cuando aparece en pantalla es un espectáculo memorable) es el responsable del diseño de producción.

La película de Ritchie es muy amena. Su aroma a película de otra época le da un encanto especial, que se percibe especialmente en un primer acto especialmente brillante, con una presentación de personajes muy conseguida.

Cavill nunca estuvo mejor y Hammer es un actor  ideal para ese tipo de personaje patoso.

Por la edad y el ensamblaje de los protagonistas parece que habrá saga…