Pan de limón con semillas de amapola

Pan de limón con semillas de amapola: Zambrano se germaniza

· Crítica de Pan de limón con semillas de amapola | Estreno 12 de noviembre de 2021.
· Bien rodada, con unas actrices muy fotogénicas, pero por desgracia casi siempre envaradas al servicio de textos y situaciones altamente improbables, la película se deja ver.

Anna y Marina, dos hermanas muy distintas, viven separadas desde niñas. Se reencuentran al heredar en su pueblo mallorquín una panadería de una mujer que no conocen.

Benito Zambrano (Lebrija, Sevilla, 1965) es como es. En 2019, sin abandonar su cine puño-martillo (y no me refiero tanto a su posicionamiento político, sino a sus maneras como contador de historias), entregó en 2019 una buena película titulada Intemperie. Es la que más cerca quedó de la excelente Solas de 20 años antes y de esa sólida e impactante miniserie que es Padre Coraje.

Su quinto largometraje de ficción adapta una novela de Cristina Campos (Barcelona, 1975) que te da lo que presagia el título: una versión española -con más enjundia, ciertamente- de esas películas alemanas después de comer que La 1 ha comprado a puñados para poner los domingos por la tarde. Licenciada en Humanidades, Campos ha estudiado y trabajado en Alemania. Se formó como guionista pero es directora de casting desde 2007. Otro estreno de este fin de semana (Way Down, de Jaume Balagueró) es su último trabajo.

Zambrano escribe un guion en el que se reduce el nivel de azúcar y la artificiosa sensiblería de una novela alambicada en la que los modelos de cinco mujeres llenas de tics se apoderan de tal manera de la trama y de los conflictos que es muy difícil que el relato resulte dramáticamente consistente: el mecanicismo de la escritura termina de impedirlo. El oficio de Zambrano lleva a puerto una barca en la que se suben el machismo en do sostenido, los médicos sin fronteras, la eutanasia, el planeta sostenible, la marihuana solidaria, la maternidad vicaria y varias pegatinas más, hasta el punto de que parecen las keywords de un paper políticamente correcto. Me he quedado con la sensación de que podría ser un encargo y que quizás iba a ser una miniserie, en la dejan que el director cambie algunos detalles y deje su sello reivindicativo.

Bien rodada (la fotografía tan bronceada es a ratos desafortunada), con unas actrices muy fotogénicas, pero por desgracia casi siempre envaradas al servicio de textos y situaciones altamente improbables, la película se deja ver -le sobran 20/30 minutos- y cuadra con las trayectorias de los productores, dos españoles y dos alemanes.