Philomena: 50 años después
Emotiva y dramática película de Frears -a ratos divertida, a ratos tendenciosa- en la que brilla especialmente Judi Dench
Una mujer anciana, inculta y simpática, conoce a un periodista en paro, inteligente y ácido. Ella quiere encontrar a su hijo vendido hace 50 años a una familia norteamericana (entonces Philomena era una madre soltera “pecadora” en un internado regentado por monjas católicas en Irlanda y tuvo que tomar la decisión de entregarlo). Por otro lado, el periodista quiere escribir un libro para ganarse a la editorial con una historia de interés humano que en el fondo detesta.
Philomena ha sido la película revelación en los últimos meses, colándose entre las nominadas a los Globos de Oro y los Oscar, además de ganar el BAFTA al mejor guión adaptado. A los académicos y, en gran parte, a la crítica de cine, les ha maravillado la gran interpretación de Judi Dench, la poderosa historia basada en un caso real, la música de Alexandre Desplat y la habilidad del actor-guionista Steve Coogan para incluir algo de humor en una historia tremenda. El astuto Harvey Weinstein es coproductor y conocemos su habilidad para promocionar películas británicas y lograr meterlas en la carrera de los Oscar.
El primer gran acierto de Frears es la elección del guionista. Una vez más se demuestra lo esencial que es un buen libreto, algo que el director británico ha comprobado en sus mejores películas (Héroe por accidente, Alta fidelidad, The Queen) en las que ha colaborado con escritores de la talla de David Webb Peoples, Scott Rosenberg o Peter Morgan. Esta vez el elegido ha sido un cómico muy popular de la televisión británica, Steve Coogan, que también interpreta al periodista y participa en la producción de la película.
El guión hace malabarismos para que el pedante y ateo escritor y la bondadosa, ingenua y creyente mujer tengan una química muy especial. Hay un buen número de diálogos ingeniosos y entrañables en los que ambos personajes atizan al carácter y las creencias del otro. Así se oxigena la historia para que el espectador no se asfixie. Este acertado contraste enriquece la película, usando la dialéctica tipo Holmes–Watson que hemos visto en Sherlock, la brillante serie de televisión británica.
La película y la serie española Niños robados
La película de Frears coincide en la temática con la reciente miniserie española Niños robados. Partiendo de una realidad común (el secuestro encubierto de hijos de madres solteras en pleno siglo XX con un grupo de monjas haciendo de intermediarias), la serie y la película tienen una dramatización muy diferente.
Aunque en las dos producciones hay esfuerzos por matizar, por no crear antagonismos monolíticos, está claro que Frears y Coogan tienen más ideas prefijadas. En medio del juego que proponen hay trampas innecesarias. Algo que no sucede en Niños robados. Es muy significativo el papel que tiene la religiosa que se opone al maltrato de las madres solteras y al secuestro de los hijos en las dos producciones.
En Philomena, apenas se dedican unos segundos a esa monja benevolente que lo máximo que llega a hacer es ayudar en el parto a la chica que se ha quedado embarazada y regalar a la madre una foto de su hijo. En Niños robados la monja, coherente con las verdades cristianas de justicia y caridad, es mucho más arrolladora. Investiga, se enfrenta a la madre superiora, al director del hospital, ayuda a la hija secuestrada a buscar a sus verdaderos padres. Comparada con la insulsa monja de Philomena, la religiosa de la serie española es Sor Terremoto.
Tampoco es accidental que una de las escenas finales, caiga sobre el espectador como una bomba y que, como han señalado las monjas irlandesas, nunca ocurriera. Los productores se han excusado diciendo que Philomena no es un documental.
Están en su derecho de rodar lo que quieran, no faltaba más, pero añadir precisamente esa escena ficticia y no mostrar de algún modo, por ejemplo, lo que hacían otros católicos por las madres solteras en aquella época (que eran denigradas no solamente entre los católicos sino en la sociedad general), dice bastante del posicionamiento ideológico de la película, más allá de la justa denuncia de un triste suceso.
Resultan excesivas la utilización de vídeos domésticos de los niños robados y algunas reacciones de Philomena, que acaba por ser un personaje tan heroico y virtuoso que resulta difícilmente creíble. Algo parecido sucede con el personaje enfermo de SIDA; la falta de matices y contrastes en su retrato resta veracidad al relato, especialmente cuando es sabido que el personaje real tuvo una vida más compleja y menos “fotogénica”.
Philomena tiene un final muy astuto y un tráiler engañoso que disfrazan el mensaje que nos encontraremos en la película (no parece casual que apenas aparezca una monja en este avance de promoción). Y, qué quieren que les diga, la campaña para llevar al cine a anticatólicos (exagerando las críticas de algunos medios americanos) y a católicos (subrayando la visita de Coogan con Philomena Lee al Vaticano) es sospechosamente oportunista.
Que el director y el coguionista de la película sean inteligentes y tengan un talento indudable, no quiere decir que los espectadores seamos ingenuos.
Ficha Técnica
- Dirección: Stephen Frears,
- Guion: Jeff Pope, Steve Coogan,
- Intérpretes: Steve Coogan, Judi Dench, Charlie Murphy, Simone Lahbib, Amy McAllister,
- Fotografía: Robbie Ryan
- Montaje: Valerio Bonelli
- Música: Alexandre Desplat
- Distribuidora: Vértigo
- Público adecuado: +18 años (D)
Estreno en España: 28.2.2014