Pobres criaturas

Pobres criaturas: Pobre Lanthimos

· Crítica de Pobres criaturas | Estreno 26 de enero de 2024.
· Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) lleva al cine una novela homónima de Alasdair Gray publicada en 1992.

Bella es una joven que vive en la mansión de Godwin Baxter, un científico con el rostro terriblemente desfigurado, que es su padre adoptivo. En la casa hay un siniestro laboratorio donde Baxter realiza sus experimentos. Muy pronto se entenderá el comportamiento de Bella.

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Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) lleva al cine una novela homónima de Alasdair Gray publicada en 1992. Ha contado con 70 millones de presupuesto para ofrecer un buen diseño de producción y suponemos que pagar a sus estrellas.

Como es habitual en el realizador griego, hay grandes dosis de sarcasmo cruel sin un lugar -aunque sea pequeñito- para la piedad. El pretendido alcance metafórico del que habla en las entrevistas es difícilmente identificable porque lo que prima es una brutalidad enfermiza. Lo grotesco marida con un mal gusto que golpea una y otra vez, con la recurrencia de la pornografía.

Así las cosas, la pretensión de que películas como Canino, Alps, Langosta, La favorita o esta última sean la expresión desinhibida de un cine social me resulta un chiste. Lanthimos hoza en la mugre y no le queda tiempo para más.

Pobres criaturas es otra muestra del subgénero de la fábula sórdida que prolifera en los festivales de cine, esa que funciona a base de ocurrencias en plan: y si?… no!… por supuesto!

El manierismo visual y una montaña de mitomanía friki-cinéfila llenan los 141 minutos de una historia malsana y tóxica, otra más sobre una «buena salvaje» que vencido el puritanismo victoriano y al macho dominante-castrador, se entrega a la ninfomanía. Todo muy profusamente ilustrado. Y no hay más.

Podría haberlo si el cine de Lanthimos tuviese algo llamado compasión, humanidad, altura de miras. Pero eso, para él, parecen virtudes de esclavos, que diría Nietzsche. Y en Venecia le dieron el León de Oro y hace poco dos Globos a película comedia/musical y actriz de comedia musical. Porque si usted no se ríe, el problema es suyo de usted, que no tiene sentido del humor ni madurez intelectual.

En el «bla bla bla» de las notas de producción se insiste en que hubo una coordinadora de intimidad para mediar entre el equipo técnico y el equipo artístico para rodar las secuencias de sexo.

Sobre esa pobre mujer, podría hacer Lanthimos su nueva película. Seguro que sale otra obra maestra… cuáquera traumatizada, antigua trabajadora sexual, que acepta ese trabajo para exorcizar sus fantasmagóricos escenarios, poblados por padres tiránicos, tíos neonazis, exnovio traficante de esclavos y excompañeros/as/es del Salem Devil’s School.

De nada, Yorgos. Si no funciona, siempre te quedaría poner una peluquería. Emma te hace los anuncios. Más baratos, porque la coordinadora de intimidad hace rebaja.