Posesión

Posesión: Poetas victorianos

Un joven investigador norteamericano está en Londres con una beca para estudiar las obras de Randolph Henry Ash, un célebre poeta victoriano que siempre dedicó sus obras a su esposa. A la vez, una altiva y brillante profesora inglesa investiga la vida y obra de Christabel LaMotte, una poetisa coetánea de Ash. Los destinos de ambos investigadores se cruzan cuando descubren unas apasionadas cartas de amor entre Ash y Lamotte.

Llega la cuarta de las cinco películas de Neil LaBute (Detroit, 1963), adaptación de una novela de la británica Antonia S. Byatt, premiada con el Booker Prize en 1990. LaBute dejó buen sabor de boca con Persiguiendo a Betty, una inteligente aunque desmedidamente violenta sátira sobre la adicción emocional a los seriales televisivos. Posesión, una doble historia de amor en paralelo, se resiente de un cásting disparatado para la pareja de investigadores (Aaron Eckhart, actor fetiche de LaBute, no pega ni con cola con la Paltrow, que está muy por debajo de su nivel habitual). La narración es bastante pesadita y mal equilibrada (los personajes no tienen espacio para evolucionar y llegar al espectador). Quizás por eso, hay demasiados tópicos sobre la vida en el siglo XIX y en el XXI.

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La puesta en escena es soberbia y se nota que Barry Levinson es productor y que no se ha reparado en gastos para que la australiana Luciana Arrighi se luzca en el diseño de producción, como ya lo hizo en Regreso a Howards End (Oscar en 1993), Lo que queda del día, Sentido y sensibilidad, Ana y el rey o La importancia de llamarse Ernesto de Oliver Parker (Un marido ideal), que llegará a España en breve. Muy a tono están la esmerada fotografía del recientemente fallecido Escoffier (su legado está compuesto por The human stain de Benton, con Kidman y Hopkins, y la esperadísima 2046 de Won Kar Wai) y la música de Yared (El paciente inglés, oscar en 1997). La montadora, que trabajo en la década de los 80 con Oliver Stone (Salvador, Platoon, Wall Street) ganó el Oscar por su trabajo enPlatoon.

En fin, una pena, porque con un equipo tan sobresaliente y quitando tanta pirotecnia sensiblera y efectista (lesbianismo, adulterio, suicidio, aborto) hubiera quedado una historia sugestiva y sensible. Pero ya se ve que esa guerra no le va al señor LaBute.