· Próxima | Estreno 13 de diciembre de 2019.
· La separación entre padres e hijos, la nostalgia familiar y la fragilidad del retorno a casa han sido temas abordados en el cine espacial de los últimos años en Gravity, Interstellar, First Man o Ad Astra.

Próxima: Madre, astronauta, europea

El 50º aniversario de la llegada del hombre a la Luna ha provocado un resurgir del cine de exploración espacial, un género que desde el estreno de Elegidos para la gloria (Philip Kaufman) en 1983 ha experimentado una consolidación progresiva y ha forjado un imaginario centrado en el sueño espacial según Hollywood. Una de las claves de esta iconografía se apoya en la identidad de los héroes y heroínas protagonistas, que se debate entre la fría intrepidez de los pilotos de pruebas y la cálida dimensión familiar de los viajeros estelares.

A lo largo de estas cuatro décadas, el personaje del astronauta se ha debatido en una esquizofrenia gravidez-ingravidez que, bien en los entrenamientos o bien en plena misión cósmica, desgarraba a los protagonistas en una tensión permanente entre el hogar y la nave espacial. El personaje de Sarah Loreau (Eva Green), la heroína de Próxima, está construido sobre este mismo conflicto interno si bien ambientado -de manera novedosa- en Europa. Y aquí se establece la diferencia con la tradición del género.

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La directora francesa Alice Winocour relata en su filme, Premio Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián de 2019, la historia de una astronauta francesa que se entrena en el centro de la Agencia Espacial Europea de Colonia para viajar a la Estación Espacial Internacional, donde permanecerá un año entero. Sarah siempre ha deseado viajar a las estrellas pero, ahora que está a punto de conseguirlo, la inminente separación de su pequeña Stella ha levantado una prematura barrera entre las dos. Incluso ya en la Tierra, la madre puede sentir la distancia y la ingravidez, que amenaza con dañar seriamente el vínculo entre ambas. La presión de los simulacros de emergencias que realiza en la Ciudad de las Estrellas, en las cercanías de Moscú, supone un sufrimiento menor comparado con el peligro real de perder el afecto de Stella. Como advierte a Sarah una veterana rusa de los programas espaciales, la dificultad no consiste en el lanzamiento ni en la supervivencia allá arriba: «Lo más duro es regresar, cuando compruebas que la vida ha seguido aquí abajo sin ti«.

La separación entre padres e hijos, la nostalgia familiar y la fragilidad del retorno a casa han sido temas abordados en el cine espacial de los últimos años por Alfonso Cuarón en Gravity (2012), por Christopher Nolan en Interstellar (2014), por Damien Chazelle en First Man (2018) y, más recientemente, por James Grey en Ad Astra (2019). Todos ellos filmes de Hollywood. Sin embargo, Alice Winocour explora por primera vez esta dimensión desde la perspectiva de una mujer astronauta europea que, como madre, asume el riesgo de una separación de sus hijos que, además, puede dejar unas secuelas permanentes. El filme plantea similitudes con Gravity. Sin embargo, Cuarón mostraba a la doctora Stone en una situación extrema, sometida al trauma de la pérdida, pues su pequeña ya había fallecido antes de viajar con el Transbordador Espacial. En Próxima, Winocour presenta en Sarah Loreau al personaje de la primera madre astronauta que afronta los rigores de un entrenamiento emocionalmente extenuante.

Interstellar (Christopher Nolan, 2014)
Interstellar (Christopher Nolan, 2014)

Winocour marca, además, un punto de inflexión al reinventar el arquetipo femenino de la astronauta. De entrada, establece que una madre resulta insustituible en la Tierra cuando abandona el planeta y se somete a la ingravidez, a la liberación de la atracción física. En este sentido, su compañero de misión, el estadounidense Mike Shannon (Matt Dillon), aglutina a los astronautas masculinos representados en el cine de los 80 y de los 90: herederos del popular prototipo creado por los programas Mercury, Gemini y Apolo, todos ellos mostraban a hombres de acción que dejaban a sus esposas la responsabilidad total sobre sus hijos mientras realizaban sus periplos cósmicos.

De manera simbólica, Mike insta a Sarah a «cortar el cable» durante uno de sus entrenamientos, estableciendo así una alegoría entre su doble misión como madre y como astronauta, ambas sometidas a la toma de decisiones difíciles. Por otro lado, su exmarido Thomas, ahora a cargo de su hija, resulta incapaz de cubrir la carencia afectiva de la niña y su posición en la historia se ajusta a su condición de astrofísico de la Agencia Espacial Europea: como se deduce de su implicación en misiones no tripuladas a Marte, su vivencia del sueño espacial no incluye ningún riesgo de tipo físico o familiar.

Una hija llamada Stella

El nombre de la pequeña Stella es un recordatorio viviente del doble sueño explorador de Sarah, el vital y el cósmico. Como madre, la protagonista estima que la plenitud está asociada a su maternidad y para ello intentará superar los muros de cristal que la separan de su hija durante su instrucción. A medida que avanza el filme, la astronauta sufre progresivamente los estragos de la separación: la niña no quiere ponerse al teléfono, le habla en alemán -el idioma de su padre- en lugar de francés, y Sarah se ha perdido pequeños hitos infantiles como el momento en que Stella aprende a montar en bici sin ayuda de ruedines. Pero el momento inexorable del lanzamiento ya ha iniciado una cuenta atrás, irreversible cuando la acción se traslade al cosmódromo de Kazajistán, donde aguarda el imponente cohete Soyuz.

Winocour introduce al espectador en la rutina -siempre novedosa- de los entrenamientos espaciales, rodados con fidelidad de documental en las instalaciones de la Agencia Espacial en Colonia, en la Ciudad de las estrellas y en el Cosmódromo de Baikonur. Próxima muestra también la tecnología actual empleada en los viajes espaciales tripulados: cohetes Soyuz con destino a la Estación Espacial Internacional, en misiones que incluyen a un astronauta ruso, otro europeo y un tercero estadounidense.

Según la directora, las fases del guion discurren en paralelo con la separación por etapas del cohete, que a su vez reflejan el distanciamiento entre madre e hija, incluida la fase de la llamada «separación umbilical». Y en esta doble experiencia de superación reside, precisamente, la fortaleza épica de Sarah como protagonista: «Sarah es superheroína y madre en un único cuerpo -explica Winocour-. El cine no suele mostrar estos dos aspectos en una única persona, como si fuera incompatible ser heroína y ser madre. Las superheroínas siempre se nos muestran separadas de cuestiones como la maternidad o la feminidad en la vida diaria. Ese es el aspecto feminista de la película: mostrar que una mujer puede ser madre y a la vez una profesional de altos vuelos«.

Ficha Técnica

  • Fotografía: George Lechaptois
  • Montaje: Julien Lacheray
  • Música: Ryüichi Sakamoto
  • Vestuario: Pascaline Chavanne
  • Duración: 107 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: Syldavia
  • Francia, Alemania (Proxima), 2019
  • Estreno: 13.12.2019
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