Quitting

Una película que reconstruye las reacciones de un grupo familiar ante una crisis de identidad agravada por las drogas

Quitting (2002), de Zhang Yang

Quitting: El dragón de la felicidad

Quitting | El ritmo de vida del siglo XXI no parece favorecer la interiorización y el descubrimiento de nuestra individualidad. Ni más ni menos es lo que pretende decirnos Quitting (algo así como Abandonando), una película que reconstruye las reacciones de un grupo familiar ante una crisis de identidad agravada por las drogas. Un actor muy popular, empeñado en evadirse de su propia realidad, va a la busca de su otro yo, aventurándose por el sendero oscuro de la droga y de la idolatría emuladora de mitos sublimados (Lenon, Robert de Niro en Taxi driver).

La autenticidad que el joven busca en estos dos personajes opuestos deviene en psicosis, en una obsesión que se impone y le lleva a comportamientos radicales, al aislamiento empapado en alcohol y drogas. Desde la concepción dramática de Bertold Brecht y su postulado del distanciamiento, Quitting quiere revivir una historia real. Para eliminar conservantes, está interpretada por sus auténticos protagonistas. Las metáforas visuales y la delicadeza en el modo de filmar recuerdan a La ducha, anterior y muy laureada película de Zhang, de 37 años. Aunque el desarrollo de la acción es lento, en ningún momento se hace pesado. La inclusión de las opiniones de los protagonistas, la cuidada composición de planos que se acercan a la vanguardia teatral, los inteligentes y medidos apuntes cómicos, convierten a Quitting en una película arriesgada y experimental, pero a la vez agradable, intimista y conmovedora.

La película adquiere un nivel superior por la búsqueda del alma en la inmediatez de un tiempo real, donde el paralelismo entre la verdad del cine y la del teatro acercan la duda al espectador. Dos mundos que se fusionan para transmitir la pérdida de perspectiva de un joven actor que no es capaz de diferenciar su verdadero papel de protagonista. El vínculo de amor entre el padre y el hijo llega a una tensión dramática que les permite a ambos ser mejores. Un campesino que sacrifica su modo de vivir por lo que el considera lo esencial de su verdadera vida, su hijo. El hijo que sustituye la tradición familiar por una versión oriental del líder del grupo The doors; hasta pasar por un loco que, después de cincuenta años en un centro, se rinde y acepta su estado mental.


Ante la desesperación y la impotencia, el milagro sucede con el aprendizaje de ambos, mutuo y paralelo. Un final abierto para algo que nunca se acaba, el dragón personal de Jia Hongsheng ha sido domesticado. En lugar de atacarle, camina con él. “Mi película -ha declarado Zhang– es ante todo un relato sobre la esperanza, sobre esa única tabla de salvación que representa el amor: el de tu familia, tus padres, y sobre todo, el amor que tienes por ti mismo. Sin esa voluntad por salir, por aceptar que tienes un problema, no existe posibilidad de escapar del abismo”.

Ficha Técnica

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