Ready Player One

De las manualidades a las virtualidades

· Ready Player One se inserta en la trayectoria de Spielberg como realizador y productor importante y muy influyente de aventuras de viaje de héroe.

La filmografía de Steven Spielberg (Cincinnati, Ohio, 1946) cumple 50 años. El cineasta de Cincinnati aprovechó la compleja factura digital de Ready Player One para rodar The Post, película que me supo a poco: su didactismo simplista mezclado con retórica mitificadora me aburre solemnemente.

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La película que nos ocupa se inserta en la trayectoria de Spielberg como realizador y productor importante y muy influyente de aventuras de viaje de héroe. Cuando Spielberg quiere contar este tipo de historias manifiesta que de algún modo está hablando de su infancia marcada por el divorcio de sus padres. Ya anciano y afortunadamente en buena forma, sigue teniendo buen pulso para adaptar un bestseller para adolescentes.

Lo hace con un metraje desmesurado que incluye largas secuencias de videojuego en las que cabeceé en mitad del estruendo. La película, si se hace el pacto de lectura, tiene ritmo, con una trama sembrada de referencias que los jugadores apreciarán. Spielberg nos ahorra los discursitos, quizás porque sabe que la hondura de lo que cuenta cabe en el dorso de un billete de autobús. Consciente, evita los aspavientos y se pone el mono para correr con su héroe adolescente y mesiánico (el estupendo Tye Sheridan de Mud y El Árbol de la Vida) en dirección a Oasis y el Huevo… cuando pienso en la caracterización del padre del videojuego (con ese Mark Rylance esdrújulo) me da la risa y lo del Huevo, ay madre, lo del Huevo…

La película dibuja los videojuegos de realidad virtual como evasión mercantilista que aporta poco o nada a la mejora del mundo en que vivimos. Y creo que Spielberg es honrado en mostrarlo así: se trata de ganar dinero con la insatisfacción de gente que ha perdido el interés, no por mejorar el mundo en que vive, sino por estar en él en un horario razonable.

Me pregunto -puestos a preguntar- de qué comen (bueno, también cuándo) los personajes de la película, que se pasan las horas con las gafotas puestas, haciendo carreras y participando en batallas.

La orfandad y el hastío del joven Wade Watts, la vida de ejército de empleados-esclavos que trabajan para Oasis en un 2045 con un planeta echado a perder se muestran de pasada. Basta unir los puntos para entender cómo se llegó a ese estercolero.

No hay más. Lo veo bien porque recuerdo la soporífera Inteligencia Artificial y cuando Spielberg se pone serio da más arena que cal.

Ready?: Player. Siendo One = adolescentes o adultos que se niegan a dejar de serlo. Los peterpanes de Spielberg, sí.