Reagan

Reagan cuenta, no podía ser de otra manera, la vida del cuadragésimo presidente de los Estados Unidos de América. La cinta abre en picado, con el intento de asesinato que sufrió en 1981. Luego, pasa a contar la vida del presidente a través del relato, una ficción bastante curiosa: un tal Victor Petrovich, antiguo agente del KGB que habría seguido la carrera de Ronald Reagan desde sus inicios, es interrogado por una figura ascendente de la Rusia actual. El joven político quiere saber «en qué fallaron». Petrovich le explica que fue Reagan quien les hizo fracasar.

La película no olvida ningún momento importante del presidente, desde la infancia hasta el alzheimer final, pasando por su trayectoria de actor, sus actividades políticas y sus dos matrimonios; el primero con Jane Wyman, al inicio de su carrera actoral, que duró diez años; el segundo con Nancy, hasta el final de sus días. Destaca su sindicalismo, su fobia por el comunismo, su profunda fe cristiana y su creencia en el sueño americano.

El guion ha sido elaborado a partir del libro The Crusader (El cruzado), de Paul Kengor. Tanto el libro como la película tienen un claro tono hagiográfico que ya ha provocado más de una crítica que tiene poco que ver con la calidad de la cinta. Reagan ha sido detestado por un sector del público norteamericano -y de rebote del resto del mundo- que pretendía tener el monopolio de la cultura y toda la razón política. Nunca le perdonaron, ni todavía lo hacen, la fenomenal coincidencia del hundimiento de la Unión Soviética, ni un periodo de crecimiento económico durante su presidencia. Cuestiones que pertenecen al campo de la historia aparte, la película de Sean McNamara (Soul Surfer) tiene diversos puntos de interés y algunos problemas.

La producción, la reconstrucción de los hechos y las interpretaciones son notables. Los que vivimos y recordamos aquellos años disfrutamos realmente con un instrumento que facilita la memoria. Ahora bien, el relato es demasiado prolijo; está lleno de anécdotas de interés vario, y cada una de ellas tiene una intención didáctica. Por ejemplo, el episodio del socorrista le sirvió para aprender a interpretar las corrientes profundas. El resultado es una película demasiado larga y un tanto superficial o simplista.

Con todo, se trata de una cinta que se ve bien, especialmente si reconoces los hechos narrados. Un intento amable de hacer justicia a un presidente que ha sido demasiado maltratado y merece mejor recuerdo, aunque detestara el comunismo.