Redención (Tyrannosaur)

Redención (Tyrannosaur): Vive y sé infeliz

Premio al mejor director y Premio Especial del Jurado en el último Festival de Sundance. Como es habitual en este certamen, la historia de esta laureada película se centra en dos torturados personajes. Joseph (Peter Mullan) es un viudo alcohólico, solitario y ultraviolento que en una de sus escapadas conoce a Hanna (Olivia Colman), una caritativa mujer cristiana maltratada por su marido.

El tono ocre de la fotografía de la película define bien la amargura de la historia. Ni siquiera la fe de Hanna (mas bien un pietismo vacío estereotipado hasta el ridículo) da algo de luz a estos dos agónicos personajes. Y eso que hay momentos de una cierta ternura entre los dos personajes, pero todo es un falsa ilusión que acaba en un cerrado nihilismo.

Hay que reconocer que con esta opera prima el inglés Paddy Considine (hasta ahora un buen actor, magnífico como padre de familia en esa joya de Jim Sheridan titulada En América), demuestra un buena dirección de actores y un buen pulso narrativo. La historia se sigue con interés hasta que llega el momento en que el drama se retuerce demasiado y los personajes resultan inverosímiles en su pasividad ante tanta tragedia.

Viendo una película como Redención (Tyrannosaur) -un buen título metafórico que no entiendo por qué han cambiado en su versión doblada- uno valora aún más filmes como La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, o La buena estrella, de Ricardo Franco.

Mostrar las tinieblas no es tan difícil como matizar luces y sombras sin resultar pedante o ingenuo. Y desde luego la narrativa sale muy beneficiada al mostrar una evolución, un desarrollo de personajes. Sin embargo, esta historia permanece tan hierática y lejana como el rostro de Peter Mullan.

Lo mejor: Peter Mullan y Olivia Colman.

Lo peor: El previsible tono depresivo de lo que premian en Sundance.