Inicio Críticas películas Regreso a Montauk

Regreso a Montauk

En Regreso a Montauk destaca la veteranía de Volker Schlöndorff, que, como se dice habitualmente, rueda con una soltura y libertad exquisitas

Regreso a Montauk (2017)

Regreso a Montauk: Culpa y dolor con homenaje al escritor Max Frisch

· En Regreso a Montauk destaca la veteranía de Volker Schlöndorff, que, como se dice habitualmente, rueda con una soltura y libertad exquisitas.

Skarsgård interpreta a Max Zorn, escritor nórdico afincado en Berlín que viaja a Nueva York en plena gira de promoción de su última novela: The Hunter and the Hunted; la historia trata de un romance ocurrido en dicha ciudad y -aunque sólo una persona puede reconocerlo- es autobiográfica. Por casualidad, si ello fuera posible, entra en escena Walter, hombre enigmático, viejo conocido de Max, que le dice que Rebeca vive en Nueva York. Entonces Max quiere verla y reanimar una relación interrumpida veinte años antes, a costa de su actual pareja.

A primera vista se trata del affaire de un cincuentón inmaduro en plena crisis de mediana edad, es decir, nada particularmente atractivo; pero en manos de Volker Schlöndorff la anécdota revela temas mucho más interesantes como la culpa y el dolor: Regreso a Montauk comienza con un largo monólogo en el que Skarsgård reproduce las últimas palabras de su padre: “hay dos tipos de arrepentimiento el pesar por lo que se hizo mal, y el pesar por lo que no se hizo”; el narcisismo y egoísmo del artista, Europa y Estados Unidos, Nueva York…

Regreso a Montauk; Volker Schlöndorff, Stellan Skarsgard, Nina Hoss

Destaca en esta película la veteranía de Volker Schlöndorff, que, como se dice habitualmente, rueda con una soltura y libertad exquisitas, juega con todos los recursos del cine, en este caso también con los sonoros, con la habilidad de un maestro. Destaca también el duo protagonista; está claro que la película no sería lo que es sin Stellan Skarsgård y Nina Hoss; faltan palabras para expresar lo que consigue expresar esta pareja en la pantalla. Baste decir que en la novela original el Max era alemán y el director, al escoger a este actor, decidió que fuera un sueco afincado en Berlín; y que al proponerle de pareja a Nina Hoss la única condición fue que ella lo aceptara a él. Max Zorn es un ser frágil, egoísta, de alguna manera todavía inmaduro; Rebeca es una mujer muy fuerte. La película prepara un enfrentamiento que será revelador e impactante, un clímax que ha sido apreciado por todo el mundo; pero antes juega con la ciudad de Nueva York que es otro protagonista de la historia bien que, en palabras del director, es la ciudad que él conoció hace cuarenta años, no la de hoy.

La película termina como comienza, con un primer plano de Max Zorn, esta vez preguntándose qué ha hecho con su vida y qué está en sus manos enmendar. Montauk ha cumplido su misión.

Regreso a Montauk es un homenaje al escritor Max Frisch, autor de la novela original, y es también una obra personal, nada fácil porque lo que no se dice es tan importante como lo que se expresa con palabras (muy literarias en este caso), y es también una obra bella, nostálgica y catártica.

Ficha Técnica

  • País: Alemania, Francia, Irlanda (Rückker Nach Montaux), 2017
  • Fotografía: Jérôme Alméras
  • Montaje: Hervé Schneid
  • Música: Michael Bartlett, Caoimhin O’Raghallaigh, Max Richter
  • Duración: 106 min.
  • Público adecuado: +16 años (S-)
  • Distribuidora: Golem
Suscríbete a la revista FilaSiete

Reseña
s
Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.
Salir de la versión móvil