Respira (One Breath)

Las películas sobre la crisis y su efecto dramático sobre las vidas de las personas abundan en la filmografía europea de los últimos años. El cineasta alemán Christian Zübert (Tour de force, Tres cuartos de luna) también lo aborda aunque desde una perspectiva más original, con tintes de thriller psicológico desasosegante, y poniéndole cara a esas dos Europas: la mediterránea de Elena, joven griega con formación y en paro que decide emigrar a Alemania y acaba trabajando de niñera en una casa, y la centroeuropea de Tessa, diseñadora, casada y madre de un bebé, con dificultades para conciliar profesión y familia.

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La vida las une y, como todo lo que puede suceder, sucede, según la ley de Murphy, pasa… lo que tenía que pasar. Lo interesante es la forma de contarlo, con giros temporales y dividido en tres partes, con la historia narrada desde la perspectiva de Elena y de Tessa, y un cierre como fábula aleccionadora: independientemente de la cuna en que nacemos y de cómo nos trate la vida, todos podemos ser igual de miserables. O más.

Los temas sociales (la precariedad, la familia, las relaciones de pareja) con la historia funcionando como metáfora; la espléndida fotografía, los movimientos de cámara y los planos subjetivos; las interpretaciones de las dos actrices (los hombres, con excepción del traductor, actúan como la piedra en el zapato) son solventes en Respira.

Y, sin embargo, no me acaba de convencer. El guion me resulta efectista y artificial, se le notan demasiado las costuras, la intención didáctica e interpelante. Casi todo lo que va a suceder es previsible y bastante inverosímil, sobre todo al final. La forma alambicada prevalece sobre el fondo, al que le falta calado, y todo está teñido de esa fatalidad existencial, tan frecuente en cierto cine europeo, que al espectador le cuesta el alto precio de un mal rato.