RKO 281: Ciudadano Welles
La gran película sobre Orson Welles está aún por hacer. Esta RKO 281 probablemente no lo es, pese a su calidad notable, por el planteamiento industrial. Concebida como telefilme y con hora y media de duración, la película condensa en un formato que no le conviene la enormidad de historia que se le ha encomendado.
Un joven y ambicioso Orson Welles prepara su asalto a Hollywood. La radio y el teatro le han dado un nombre en Nueva York, pero el paraíso del celuloide se le resiste. Acude entonces a una fiesta en el megalómano palacio del magnate Hearst, donde encuentra el chispazo del que surgirá una de las mejores películas de todos los tiempos: Ciudadano Kane.
Comienza un largo proceso en el que se muestran, paradójicamente simétricas, dos ambiciones desbordadas: una de ida, el ímpetu de Welles; y otra de vuelta, la decadente carrera hacia la nada de Hearst, el modelo en que se inspiró Welles para crear a Kane. Ambos se enfrentan irremediablemente. Hearst no quiere ver su intimidad expuesta en todos los cines de EE.UU. (las coincidencias son demasiado evidentes) y pone en marcha sus mecanismos de extorsión en el avispero de los grandes estudios.
Dos trayectos apasionantes, bien planteados en el guión, magníficamente interpretados -los secundarios son todo un lujo- y oportunamente dispuestos por el realizador. El problema es comprimir tanto buen material en una cinta con tan pobres pretensiones artísticas-industriales. El resultado es un ritmo más precipitado que ágil, un montaje a veces incómodo para el espectador y, en definitiva, una excelente película mal resuelta. Lástima, porque la tesis que sitúa a Welles y a Kane en un mismo plano es realmente brillante.
Ficha Técnica
- Dirección: Benjamin Ross,
- Guion: John Logan,
- Intérpretes: Brenda Blethyn, James Cromwell, Liev Schreiber, John Malkovich, Melanie Griffith, Roy Scheider,
- Fotografía: Mike Southon
- Música: John Altman
- País: EE.UU.
- Año: 1999
- Duración: 86 minutos
- Distribuidora: Sherlock Films