Rocketman

Rocketman: Ad maiorem John’s gloriam

Un casi biopic sobre Elton John, producido por el propio Sir Elton John, dirigido por Dexter Fletcher –uno de los dos directores de Bohemian Rhapsody-, con guion de Lee Hall (Billy Elliot). La película cuenta la historia de Elton John desde su niñez en Middlesex, cuando fue un niño prodigio en la Royal Academy of Music, hasta su triunfo en Estados Unidos, pasando por su asociación artística con Bernie Taupin, sus problemas de alcoholismo, consumo de drogas, depresión y de orientación sexual. Casi biopic, repito, porque esencialmente se trata de encadenar canciones que de algún modo ilustran las anécdotas que se cuentan, el drama es la excusa para pasar a la siguiente canción.

De la biografía del músico solo sabemos que manifestó dotes musicales desde pequeño, que su padre nunca le quiso ni le hizo caso, que la colaboración con Bernie Taupin, su principal letrista, fue decisiva en su carrera, y que tras su gran debut en el «Troubadour Club» en California, su carrera fue sexo -principalmente homosexual- drogas y rock-n-roll. El  guionista apunta una desesperada búsqueda del amor y una gran insatisfacción que le impulsan hacia esa espiral destructiva de la que no hay modo de salir, y señala dos culpables, su padre -el síndrome del padre ausente es de manual- y el manager norteamericano John Reid, que solo le habría querido -sobra una escena medianamente explícita- por dinero. En el lado positivo está Bernie Taupin, que siempre le quiso como un hermano y con quien siempre colaboró a gusto.

Rocketman está narrada a golpe de flash back, comienza con el ingreso de Elton en una clínica para rehabilitarse y cuenta/canta sucesos aislados de su vida. Al principio con orden, luego al azar de las evocaciones. Hay secuencias brillantes, otros son coloridos videoclips sin más. Taron Egerton hace una formidable exhibición, canta, baila, lleva el peso de la película; de todas formas prefiero la más sobria y sentida actuación de Jamie Bell en el papel de Taupin, siempre a mano, siempre fiel. Aparte de decenas de canciones que ganan en complicación a medida que la película avanza, cuyo culmen es el tema Rocketman que da nombre a la cinta, no entra en profundidades; el tema sexual es importante; en pantalla poco explícito, pero no tan discreto como en Bohemian Rhapsody; de fondo importa, de hecho al final cuentan los carteles que Elton superó todos sus fantasmas y fue muy feliz, la búsqueda del amor verdadero culminada con éxito.

Un brillante show musical.