Saint Omer, el pueblo contra Laurence Coly

Saint Omer, el pueblo contra Laurence Coly: Choques de culturas

· Crítica de Saint Omer, el pueblo contra Laurence Coly | Estreno 3 de marzo de 2023.
· Como la propia Doy ha reconocido, en su manera de plantear la historia hay también una obsesión por documentar el ritual de la justicia.

Como ya nos adelanta su título, esta película es un intenso drama judicial. La realizadora francesa Alice Doy filma su opera prima que, como ella misma declara, nace de una obsesión personal. En el año 2015 una mujer senegalesa, estudiante de doctorado en Francia, fue acusada de asesinar a su bebé mestizo abandonándolo en una playa. La acusada reconoció su culpa aunque habló de brujería y de ser, por ello, inocente. Alice Doy quedó profundamente marcada por este suceso, hasta el punto de acudir al juicio y de convertir aquella historia en su primer drama, entre la ficción y la autobiografía. La película fue seleccionada para representar a Francia en los Oscar como mejor película de habla no inglesa.

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Estamos ante una película sobria, que se revela con mucha lentitud permitiendo así que el espectador recomponga el cuadro. Rama -que actúa como alter ego de la directora- es una escritora de prestigio a la que sin embargo rodea una inexplicable tristeza. Desde París se traslada al pueblo de Saint Omer para asistir al juicio de Laurence Coy, una mujer de su misma edad, también intelectual, que es acusada por asesinar a su bebé. Las analogías y la empatía entre ellas se van haciendo evidentes durante el desarrollo de la trama, en la que básicamente asistimos al juicio paso por paso.

Como la propia Doy ha reconocido, en su manera de plantear la historia hay también una obsesión por documentar el ritual de la justicia. A secas, sin grandes golpes emotivos o estrategias cinematográficas. La austeridad de una sala de juicio en la que se presta declaración. Lo admirable de todo ello es que el espectador queda poco a poco atrapado por los claroscuros de una historia que entre acusada, juez y testigos van narrando. Como ha señalado alguna de las críticas internacionales, Saint Omer, el pueblo contra Laurence Coly es un ejemplo del poder de la palabra para evocar la imaginación. Y podríamos añadir: y del poder de la interpretación. Tanto la actriz que encarna a Rama –Kayije Kagame– como la que encarna a Laurence Coly –Guslagie Malanda- tienen un curioso magnetismo. Al igual que la puesta en escena, su interpretación es sobria y minimalista, pero todo un ejemplo de muda elocuencia.

El relato acaba atrapando, además, por la complejidad de los temas que pone sobre la mesa. Las referencias a Marguerite  Duras y a Hiroshima, Mon amour con las que se ha iniciado la película ya nos dan pistas de algunos: relaciones multirraciales, culpa, vergüenza, choques de culturas, mestizaje, poder y opresión. Referencias que aluden de manera velada a la pasada historia colonial de Francia.

Pero sobre todo es la mitológica Medea la que planea sobre la historia, una Medea moderna, de raíces africanas, que aúna en sí las paradojas de un mundo cartesiano que se enfrenta a realidades chamánicas de origen tribal. Un enfrentamiento que terminará por apelar directamente al espectador y le invitará a implicarse en el juicio.

Estamos por lo tanto ante una película muy personal, de marcado corte intelectual, bien dirigida e interpretada, pero que resulta exigente y quizá, en ocasiones, un poco oscura.