Seis días corrientes

Seis días corrientes: Chapuzas a domicilio

· Crítica de Seis días corrientes | Estreno 3 de diciembre de 2021.
· Mohamed, Valero y Pep son fontaneros en su vida real y es la primera vez que se ponían delante de una cá­ma­ra. El trabajo de dirección de actores no profesionales es impecable.

Los seis días corrientes del título son las jornadas que ten­drá de prueba Mohamed, un joven marroquí, para for­mar parte de la plantilla de “Instalaciones Losilla”, una pequeña empresa de chapuzas situada en Barcelona y donde trabaja Valero, un hombre rudo y elemental, po­co dispuesto a hacer nada por la inclusión, y Pep, un buen profesional a punto de jubilarse. La cinta reco­rre las visitas a domicilio de este extraño equipo y su re­la­ción con sus clientes, muchos de ellos personajes fran­ca­mente peculiares.

La cineasta catalana Neus Ballús ganó la Espiga de Pla­ta en la última Seminci gracias a esta comedia social lle­na de realismo y humanidad. Hay películas que extraen su fuerza narrativa directamente de la calle, son re­sultado de pisar el asfalto, de escuchar a los vecinos, de pararse unos minutos con el portero del edificio, de ob­servar a quienes nos rodean. La de Ballús es de este ti­po de películas. Un cine que emociona. Y, además, esta ob­servación se realiza desde la empatía, desde el querer entender al otro, de intentar comprenderlo, por más que nos resulten chocantes e incluso indignantes sus planteamientos.

Es especialmente enriquecedor el discurso que contiene la película sobre la inmigración, prescindiendo de es­lóganes políticos y ahondando en la clave humana de es­ta cuestión. Al final, lo que Seis días corrientes deja cla­ro es que antes de reformas políticas, leyes o incluso de­fensa de las minorías, son necesarias actitudes personales de acogida e integración. Sin eso, es muy difícil que una sociedad multicultural funcione.

La cinta (nominada recientemente a los Premios Feroz 2022 como mejor comedia) es, a ratos, hilarante y francamente divertida. El capítulo interpretativo merece una mención aparte. Mohamed, Valero y Pep son fontaneros en su vida real y es la primera vez que se ponían delante de una cá­ma­ra. El trabajo de dirección de actores no profesionales es impecable. Ballús es capaz de extraer toda la natu­ra­lidad y frescura del actor no profesional sin caer en el amateurismo, cuidando aspectos -desde gestos hasta pos­turas- que revelan que hay detrás muchas horas de en­sayo y de estudio de los personajes. Y que, antes de esta labor de dirección de actores, hay un libreto que des­prende veracidad y realismo. Un guion que ayuda a que los no-actores estén sumamente cómodos en una his­toria que conocen. Que viven a diario. Concretamente, de lunes a sábado.