Sister: Vidas a la intemperie
Toda sociedad tiene sus contrastes, incluso la desarrollada y próspera Suiza, considerado el país del mundo con más riqueza por habitante.
El argumento de Sister es sencillo en apariencia. Simon (Kacey Mottet Klein, que ya trabajó con Ursula Meier en Home, ¿dulce hogar?) vive con su hermana mayor, Louise, en un suburbio gris a los pies de los Alpes. No tienen padres, ella ha perdido su trabajo y vive en permanente contrariedad con el mundo y consigo misma. Ambos sobreviven gracias a la actividad del chico que, con solo doce años, hurta y revende, con gran soltura y dedicación, material deportivo a los ricos que frecuentan la estación de esquí. Simon se siente seguro en la parte alta; es como un teatro gracias al cual puede soportar la vida de abajo.
La joven directora ha retratado una Suiza distinta a la que suelen mostrar las películas, más realista e inhóspita, centrando su mirada lúcida, aunque no descarnada, en la disfuncionalidad de la familia y el espacio físico en el que ésta se desarrolla, el desarraigo emocional y la necesidad de tener al lado alguien en quien confiar, todo ello a partir del paisaje, con un tratamiento muy singular. Ya lo hizo en su película anterior, pero de una manera horizontal, tomando como escenario una autopista. Ahora su eje es vertical, marcado por el movimiento entre la llanura industrial, abajo, y la estación de esquí en la montaña.
La película parte de una crítica social y política pero va más allá. A la manera de las películas de los hermanos Dardenne, pero con pulso propio, Sister se interna con sobriedad en el terreno personal, despertando tanto la conciencia como el corazón del espectador. Es una historia que narra la relación entre dos personajes desprotegidos, rodeados de personas mayores que muestran cierta simpatía pero que no se implican. No hay servicios sociales, no hay policía, ni nadie que les ayude a salir de la situación, como cabría esperar de una sociedad desarrollada. En este sentido, tiene algo de fábula.
La fotografía de Agnés Godard, premiada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla el pasado año, muestra tres momentos de la temporada de esquí tratados con distinto tono para crear una sensación de irrealidad. Curiosamente, el plano se cierra ahí arriba y se abre, en cambio, en los suburbios, donde se desarrolla la vida de Simon y Louise. Es uno de los valores más originales de la película.
En el guión y en la dirección de actores también hay un cambio de enfoque: Louise, que parece casi secundaria, poco a poco se va convirtiendo en protagonista de esta historia de roles invertidos y de vidas a la intemperie, de fragilidad y necesidad de afecto. La evolución paulatina, plagada de detalles suministrados con inteligencia, sutileza y respecto al espectador, desemboca en un clímax muy logrado, gracias a esta directora -a la que no conviene perder de vista- y a dos jóvenes pero grandes actores principales, acompañados por un buen coro de secundarios. La película fue premiada también con el Premio Eurimages a la mejor coproducción europea.
Ficha Técnica
- Dirección: Ursula Meier,
- Guion: Ursula Meier, Antoine Jaccoud, Gilles Taurand,
- Intérpretes: Gillian Anderson, Kacey Mottet Klein, Léa Seydoux, Jean-François Stévenin, Martin Compston, Yann Trégouët, Gabin Lefebvre,
- Fotografía: Agnès Godard
- Montaje: Nelly Quettier
- Música: John Parish
- Duración: 100 m.
- Distribuidora: Karma
- Público adecuado: +16 años (D)