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Solo el fin del mundo

Dolan tiene un innegable don para crear climas paranoicos e irrespirables, pero el conjunto no funciona bien

Solo el fin del mundo: Ingeniería social

· La película se llevó el Gran Premio del Jurado en Ca­nnes y la vimos en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Xavier Dolan (Yo maté a mi madre, Los amores imaginarios, Mommy, Adele) sigue desarrollando sus temas mórbidos en torno a las relaciones familiares conflictivas, la inadaptación y la sexualidad no resuelta, condimentadas con interludios musicales de videoclips. En Solo el fin del mundo adapta una obra de teatro de Jean-Luc Lagarce que recuerda en cierta medida a Un dios salvaje, tanto por su origen dramatúrgico como por echar a pelear dialécticamente a un grupo de buenos actores, aunque es más salvaje y posmoderna que la de Polanski.

Tras doce años de ausencia, Louis-Jean Knipper, un escritor homosexual que huyó de su pueblo para hacer su vida, regresa para anunciar a su familia que tiene una enfermedad mortal. Apenas estará unas horas, pero cubrir el hueco que dejó su ausencia, disolver la maraña de reproches y heridas familiares, y encontrar el clima de intimidad necesario para esa revelación, es tarea ardua.


La película se llevó el Gran Premio del Jurado en Ca­nnes. La vimos en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, y, aunque Dolan tiene un innegable don para crear climas paranoicos e irrespirables, con gran aparato de palabras desacertadas, tensos silencios y explosiones de cólera -reconozco que me atrapó en su espiral-, el conjunto no funciona bien.

Tiene secuencias logradas, como la conversación de la madre con el hijo en el cobertizo. Nathalie Baye tiene el mejor personaje de la película, junto al de Léa Seydoux, que interpreta a su hermana pequeña. Maneja bien los discursos subyacentes -todas esas cosas que se dicen sin decir- y la fotografía que se mueve subjetivamente entre los tonos fríos y cálidos, según vaya la conversación. Pero el planteamiento es de probeta de laboratorio. Cada personaje adopta un perfil de alta sensibilidad social: el hijo gay incomprendido (Gaspard Ulliel no da el pego de enfermo terminal), el hermano maltratador (un excesivo Vincent Casell), la esposa maltratada (balbuceante Marion Cotillard).

Todos los ingredientes para el éxito. Y sin embargo, al final, la puesta en escena de tanta ingeniería social y la falta de compromiso para valorar las actitudes de los personajes, acaban por levantar sarpullidos precisamente donde más duele.

 

Ficha Técnica

  • Montaje: Xavier Dolan
  • Fotografía: André Turpin
  • Música: Gabriel Yared
  • Diseño de producción: Colombe Raby
  • Vestuario: Sophie Beasse, X. Dolan
  • Duración: 95 m.
  • Público adecuado: +18 años (XD)
  • Distribuidora: Avalon
  • Canadá, Francia (Juste la fin du monde), 2016
  • Estreno: 6.1.2017
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