Somos la noche: Vampiros y el sentido de la vida

Lena es una joven ladronzuela que malvive en los barrios bajos de Berlín. Una noche se hace localizar por un policía que, curiosamente, le da un voto de confianza y la deja escapar. Poco después es mordida por Louise, la líder de un bello trío de vampiras. De repente Lena gana en belleza, en recursos, en personalidad; pero el afán de sangre de sus compañeras le repugna.

Hay quienes se han disgustado con Dennis Gansel (La ola), porque sus vampiras son poco sexis o poco terroríficas. Tengo para mí que ese disgusto le ha agradado. Gansel ha realizado una obra interesante, bien que minoritaria, en la que el fenómeno vampírico es una metáfora para afrontar problemas de gran calado o, más bien, un solo problema: el sentido de la vida.

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La de Lena antes de ser mordida, la de sus compañeras -que ella puede tener- de eterna juventud, riqueza y poder. Esas fiestas desenfrenadas -mostradas con recato- solo tienen sentido para la descerebrada Nora, aunque sufre porque sus amores son frágiles; Louise lleva años en busca de un amor y cree que Lena podría ser su alma gemela; en cuanto a la enigmática Charlotte, su corazón sólo es frío en apariencias. La vida eterna sin amor es un infierno y todas, también Lena, tendrán que decidir si la inmortalidad, con lujo y belleza, vale la pena sin amor. La puesta en escena, al igual que el reparto, es modélica por su eficacia y discreción.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Torsten Breuer
  • Montaje: Ueli Christen
  • Música: Heiko Maile
  • Duración: 99 min.
  • Público adecuado: +16 años (VS)
  • Distribuidora: Vértigo
  • Alemania (Wir sind die Nacht), 2010
  • Estreno: 21.9.2012
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.