· Crítica Song to Song | Estreno 25 de septiembre de 2020.
· Ciertamente hay momentos, escenas de gran belleza, pero lo que funcionaba de manera sublime en El Árbol de la Vida y To The Wonder, y sobresaliente en Knight of Cups no ocurre en Song to Song.

Song to Song: Malick extraviado

Teniendo en cuenta que Malick habló en público sobre la película, me parece oportuno resumir sus comentarios en el Festival SXSW que se celebra en Austin (Texas), el lugar de residencia de Malick desde 1999. Allí se rodó la película principalmente.

El director tuvo un encuentro con el público, que acababa de ver la película en 2017. Le acompañaban su amigo Richard Linklater y el actor Michael Fassbender. Llama la atención que Malick confiese que no usa storyboard porque prefiere atrapar determinados momentos, con una estrategia que le permite elegir entre muchas tomas para construir el relato en montaje.

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Esa manera de trabajar -esto ya es mío- logra unas rimas que son una de sus señas de identidad narrativa audiovisual. En el caso de Song to Song parece claro que Malick pierde control sobre la historia y cae en reiteraciones en un discurso con una progresión dramática que me parece la menos lograda de su carrera.

Ciertamente hay momentos, escenas de gran belleza, pero lo que funcionaba de manera sublime en El Árbol de la Vida y To The Wonder, y sobresaliente en Knight of Cups no ocurre en Song to Song, fotografiada con asombroso talento por Lubezki.

La inteligencia y la formidable formación estética de Malick hacen que al recurrir no solo al título sino a la estrategia dramática de la película se pueda defender que esos cortes aparentemente inconexos de promiscuidad sexual del personaje de Faye encajan de algún modo en la mentalidad de un personaje que confiesa estar dominada por un hedonismo que ofusca la voluntad para llevarla a conductas erráticas. Faye (Rooney Mara), con su actitud languida y su promiscuidad, está satisfecha siendo un objeto de deseo y cuando percibe que no solo su vida está vacía y rota, sino que está rompiendo y vaciando vidas ajenas, reacciona. BV (Ryan Gosling) es el músico enamorado que se da de cara con alguien que puede pero no quiere o al revés. Cook (Fassbender) es un depredador que ya no puede parar.

De algún modo, tienen razón los colegas críticos que comentan que Malick es incapaz de hacer una mala película. Sí, pero la seductora belleza de las imágenes, del sonido y de la música no nos hace olvidar que la película padece unas arritmias muy severas. En varios tramos es verdaderamente agotadora.

En la dolorosa historia de Song to Song hay un retrato de muchas personas adictas al sexo, de la erotización de la inteligencia que termina por averiar la voluntad, que deja de ser libre aunque lo parezca. Sin pretender ser complaciente, la película termina siéndolo: porque de algún modo la ética de la representación que ha presidido todo el trabajo precedente de Malick se echa en falta. Para dar idea de la droga de la lujuria, no hace falta mostrarla con detenimiento. Y la película lo hace.

Malick abre la película a la redención. Es valiente para contar algo que ocurre con frecuencia y que produce daños devastadores… y busca una salida que resulte coherente, grita que se puede salir de esa adicción con un cierre esperanzador. Es bellísima la secuencia de la gasolinera, también esa conversación con Patti Smith, la inquietante presencia de Iggy Pop… Pero llegan tarde.

También los genios se equivocan. De algún modo, Malick lo ha reconocido. En el coloquio insinúa que va a cambiar de estrategia. Y vaya si cambió: el cambio es Vida oculta.

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(no sería honrado, si dejara de decirles que veo el tráiler y me quedo hipnotizado. Vi la película en 2017 y, por momentos, me hechizó)

Ficha Técnica

  • Fotografía: Emmanuel Lubezki
  • Montaje: Rehman Nizar Ali, Hank Corwin, Keith Fraase
  • Diseño de producción: Jack Fisk
  • Vestuario: Jacqueline West
  • Dirección de arte: Ruth de Jong
  • Duración: 129 min.
  • Público adecuado: +18 años (X)
  • Distribuidora: Avalon
  • EE.UU., 2017
  • Estreno: 25.9.2020
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