Star Wars: El despertar de la Fuerza | Evocación y relato
· En Star Wars: El despertar de la Fuerza está presente todo este rico mundo de valores y conflictos y está, por supuesto, el otro gran tema moral que aborda la saga: la paternidad.
De Star Wars solo se puede hablar en primera persona… probablemente porque como pasa con los mitos de la cultura popular cada cual los vive a su manera.
Empiezo reconociendo que no soy una fan de la saga. La primera película me pilló muy pequeña y de hecho, para mí, La Guerra de las Galaxias empezó con El retorno del Jedi y El Imperio contraataca. Películas que vi… y que olvidé por completo (o al menos eso pensaba). En mi cabeza, hasta hace unas horas, la célebre saga eran solo unos muñecos muy feos que pululaban por mi casa y el vago recuerdo de una princesa, un príncipe rubio con ojos azules y un piloto, que no era rubio pero era más gracioso y, por lo tanto, ya en aquella tierna infancia, me parecía mucho mejor partido (opinión que se consolidó cuando, ya con uso de razón, Han Solo se convirtió en Indiana Jones). Eso, y por supuesto, los robots… que me parecían mucho más interesantes que el príncipe, el piloto y el resto de personajes juntos.
Con este único bagaje acudí a ver Star Wars: El despertar de la Fuerza; casi por obligación porque, así son las cosas, en ese momento no había nadie más para cubrirlo. No había visto la saga intermedia porque siempre había otros críticos más interesados en escribir sobre ella y, en estos últimos meses, no había leído nada apenas del estreno de la película (cosas de frikis, pensaba). No sabía si el episodio que me iban a contar iba antes, después o intercalado. Sí sabía que volvía a aparecer Harrison Ford y, antes de sentarme en la butaca, leí un resumen de las películas anteriores por eso de tratar de refrescar la memoria (inútilmente… no me acordaba de nada). En fin, lo dicho: no están leyendo a una fan.
Y, sin embargo, toda esta prevención y frialdad saltó por los aires en el primer minuto, que es el único que voy a contar porque es un crimen contar nada de la película. Star Wars: El despertar de la Fuerza arranca en el espacio, con los míticos acordes de la banda sonora de John Williams y un sencillo relato superpuesto en rudimentarias letras naranjas. Un arranque poco espectacular que, sin embargo, marca la pauta de lo que será la película: memoria (en forma de evocación y nostalgia) y narración.
Desde ese primer minuto, J.J. Abrams consigue meterme en la historia y me va llevando hasta el final con esa aparentemente sencilla fórmula: evocación y relato. Con la memoria me lleva al pasado, con la narración al presente. A medida que avanza la historia, y gracias a una sabia dosificación de personajes y paisajes ya vistos, voy recordando aspectos que creí olvidados y desempolvando ideas que configuraban -y configuran- un universo moral. Porque en La Guerra de las Galaxias -la de ahora y la de antes- el bien es el bien y el mal es el mal. Y uno lucha contra otro y, si te descuidas, puedes caer en el lado oscuro. Y en ese lado quizás tengas poder pero no tienes amor. Y cada uno de los lados lleva su cortejo de «valores»: el egoísmo, la venganza o la violencia en un margen, la amistad, la valentía o la generosidad en el otro.
¿Maniqueismo? Quizás. O quizás no, porque negar la lucha de opuestos en la existencia humana es negar una evidencia y, por otra parte, la tensión entre estos opuestos provoca una interesante gama de grises en la actuación de cada uno de los personajes (y, si no, que se lo digan a Han Solo). En este nuevo capítulo está presente todo este rico mundo de valores y conflictos y está, por supuesto, el otro gran tema moral que aborda la saga: la paternidad.
Supongo que a los puristas el enganche de esta cuestión quizás les parezca cogida narrativamente por los pelos. Eso lo tendrán que decir ellos. A mí, como espectadora media, me funciona. Como me funciona -a pesar de ser muy consciente de asistir al artificio de una trama que se va inventando- el resto del relato, todo ese conjunto de batallas, personajes, nuevos sucesos y relaciones que consiguen que la historia avance y que haya materia para una trilogía. Mientras veía Star Wars: El despertar de la Fuerza pensaba en esas historias junto al fuego, o en los cuentos a los pies de cuna que se adornan, crecen, se bifurcan o complican para alargar el tiempo y para grabar mejor una enseñanza.
Y esos relatos quizás no son redondos, ni del todo creíbles, ni los personajes -especialmente los nuevos- están totalmente delineados porque pueden ir creciendo y cambiando. Esa es la ventaja de crear una saga, o mejor, un universo de ficción… que lo puedes hacer crecer por donde quieras. Si además tienes una historia con fuerza evocadora, unos personajes con carisma, unos conflictos moralmente potentes (que se alternan con dosificados escapes de humor), unos magníficos efectos especiales (siempre al servicio de la narración), una mítica banda sonora y un director con magnífica mano para el cine de aventuras, tienes saga para rato. Afortunadamente. Y lo dice alguien que, hace solo unas horas, apenas recordaba quién era Darth Vader.
Ficha Técnica
- Dirección: J.J. Abrams,
- Guion: Lawrence Kasdan, J.J. Abrams,
- Intérpretes: Harrison Ford, Max Von Sydow, Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Andy Serkis, Gwendoline Christie, Lupita Nyong'o, Carrie Fisher, Mark Hamill, Peter Mayhew,
- Fotografía: Daniel Mindel
- Montaje: Maryann Brandon, Mary Jo Markey
- Música: John Williams
- Duración: 136 min.
- Público adecuado: +12 años (V)
- Distribuidora: Disney
- EE.UU. (Star Wars. Episode VII: The Force Awakens), 2015
- Estreno en España: 18.12.2015