Suzume

Suzume: Jugar con las emociones

· Crítica de Suzume | Estreno 14 de abril de 2023.
· Makoto Shinkai  no es Miyazaki, pero es un director notable y original cuya obra, todavía reducida, está dando que hablar.

Suzume es una joven de 17 años que vive en un pequeño pueblo de la isla de Kyushu, en el sur de Japón. Es huérfana y, desde los cuatro años, vive con su tía, hermana menor de su madre. La historia comienza con un sueño que Suzume no logra interpretar. A la mañana siguiente, de camino a la escuela, conoce a un extraño y apuesto joven que le pregunta por una ruinas cerca del pueblo (su sueño había tenido que ver con las ruinas); él busca una puerta. Ella lo sigue, encuentra una puerta, la abre y, como si fuera Pandora, libera una serie de calamidades. Suzume y aquel joven, se llama Souta, emprenderán un viaje por Japón para sellar definitivamente esa puerta.

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Makoto Shinkai  no es Miyazaki, pero es un director notable y original cuya obra, todavía reducida, está dando que hablar. Baste decir que hasta la fecha sus películas iban directamente al DVD o tenían un estreno mínimo antes de su distribución doméstica y era Selecta Visión quien se encargaba de todo. En esta ocasión, sin duda por el éxito de Your Name, sin menospreciar El tiempo contigo, Sony se ocupa de la distribución.

Técnicamente, Shinkai vuelve a mezclar, cada vez con más facilidad, el 3D (unos fondos exquisitos) con la animación tradicional. El conjunto funciona, especialmente en los grandes espacios abiertos y en los cruces de portales.

Suzume aúna aventura y fantasía con un toque humano que le da un aire especial y que recuerda levemente a Miyazaki. Esta aventura, como las dos anteriores, es compleja. Se trata de un viaje iniciático en el que los protagonistas maduran y descubren quiénes son, a través de unas pruebas mágicas que tienen que ver con la teoría de la relatividad. Para conseguir «cuadrar» todos esos elementos y no alejar al público, Shinkai llena el guion de giros interesantes y de personajes llenos de encanto y siempre dispuestos a ayudar a quien lo necesite. La amistad y entrega son claves en esta singular película.

Además, no podía ser de otra manera, el ritmo es lento. Demasiado lento, entorpece la empatía con la protagonista y provoca que la película alcance las dos horas de metraje, que son demasiados. Hay un momento de pérdida de tensión que se recupera en el tramo final que aporta soluciones, aclaraciones y pone un emotivo –Suzume juega con las emociones- broche final al conjunto.