The Fall: El sueño de Alexandria

The Fall: El sueño de Alexandria | Imaginación visual

The Fall: El sueño de Alexandria cuenta la estancia de una niña de cuatro años en un hospital católico de Los Angeles en los años veinte. Alexandria tiene un brazo escayolado y está prácticamente curada; en realidad su médico retrasa el alta para que no la envíen a trabajar, su familia es inmigrante y tiene pocos recursos. Correteando por el hospital conoce y se hace amiga de Roy, especialista de escenas de acción en el Hollywood de los pioneros. Roy sufrió una mala caída que tal vez no fue un accidente. Comienza a contarle un cuento que la viva imaginación de Alexandria convierte en una historia maravillosa en la que ambos son protagonistas. La historia crece día tras día, pero su aspecto cambia según varía el estado de ánimo de Roy, deprimido.

Segundo largometraje de Tarsem Singh, director que comenzó realizando vídeos musicales y de publicidad, con gran poderío visual. Su primer largo, La celda (2000), llamó la atención aunque era poco más que una serie de coloridos videoclips unidos por una trama endeble y/o irreconocible. The Fall: El sueño de Alexandria es un gran avance, la historia desarrolla dos mundos; el del hospital, muy pegado a la realidad, y el del cuento, que deja volar la imaginación. El guion sigue muy de cerca al que el búlgaro Valeri Petrov escribió para Yo ho ho (1981), tiene dos diferencias principales: la localización y la joven protagonista. El resto es accidental, pero es ahí donde la imaginación de Tarsem Singh se desata y crea un mundo fascinante al compás de la séptima sinfonía de Beethoven.

The Fall es, principalmente, una belleza; también resulta un primoroso relato hecho de espejos: el adulto y la niña; la esperanza y la depresión; la inocencia y el cálculo; la vida y la muerte; la imaginación y la realidad. Además del talento del equipo creador, el principal atractivo de la película es la química que hay entre los protagonistas, la pequeña Catinca Untaro, una rumana con una naturalidad desarmante, junto a Lee Pace, quienes forman una mezcla maravillosa y consiguen que la historia de hospital tenga el mismo atractivo, si no más, que la fantasía.

No es una obra perfecta, Tarsem Singh nunca ha logrado controlar su imaginación, ni ha sabido limitar sus temas; tiende al exceso, toca numerosas teclas, todas interesantes, pero sin criterio alguno; muchas teclas chirrían antes de ser olvidadas y sumergidas en un magnífico torbellino visual y sonoro.