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Tiro en la cabeza

En su tercer largo, Rosales afronta la sinrazón del terrorismo con las herramientas de un artista que no se cansa de experimentar

Tiro en la cabeza (2008)

Tiro en la cabeza: Innovadora, arriesgada

Ion parece un tipo normal. Su día transcurre con la rutina de lo cotidiano, desde el desayuno por la mañana hasta una cena con amigos, donde conoce  a una chica, con la que pasa la noche. Un día cruza la frontera francesa en coche con dos amigos y, al reconocerlos, asesina a tiros a dos jóvenes.

Tiro en la cabeza es el tercer largometraje de Jaime Rosales, ganador del Premio Fipresci de la Crítica Internacional en Cannes 2003 por su primera película, Las horas del día, y también ganador del Goya 2008 a película y director por La soledad. En el reciente Festival de San Sebastián, concursó en la Sección Oficial, consiguió no dejar a nadie indiferente y al final recibió el premio Fipresci que concede la prensa internacional acreditada en el Festival.

En cuanto al guión, la película se estructura en dos niveles dramáticos muy diferentes: por un lado, una historia de ficción -larga, donde se regodea demasiado en la contemplación-, que retrata la vida de Ion. Y por otro, una historia -más interesante desde el punto de vista de la acción dramática- inspirada en el atentado que sufrieron dos guardias civiles, el 1 de diciembre de 2007, en Capbreton.


Rosales, innovador y experimental en cuanto al lenguaje cinematográfico, arriesgó en sus dos primeras películas y arriesga todavía más en la presente. Arriesga porque usa de modo habitual planos fijos de larga duración. Son planos muy cuidados, generalmente embellecidos por un exquisito tratamiento del color y una composición ordenada, donde sorprenden nuevamente, por ejemplo, los fuera de campo o las tomas por la espalda, propios del realizador.

Arriesga en el modo de acceder físicamente a esa realidad, casi siempre a través de un cristal, ya sea una puerta o una ventana, para ver a distancia, para imaginar e intuir sin saber exactamente lo que pasa. Y sobre todo arriesga porque, en ese afán de enfatizar lo visual, suprime totalmente los diálogos sonoros, con reminiscencias claras del cine mudo, aunque a la vez no suprima los sonidos naturales.

Ética y estética

Elemento destacado en Rosales es también su conseguida dirección de actores -que no son profesionales-, con la que consigue unos resultados sorprendentes de naturalidad y realismo. Resalta el protagonista, Ion Arretxe -actor ocasional y colaborador habitual de Rosales como director artístico-, especialmente en el momento donde se inicia el punto de giro, cuando comienza a fijarse en los policías que están en el bar.

Tiro en la cabeza no resulta indiferente tampoco en el fondo, porque el director busca algo más que la innovación puramente estética; aporta -o eso pretende- un mensaje a la sociedad española y vasca: intensificar la repulsa ante un atentado perpetrado por gente aparentemente normal (es el fin de la película) y, a partir de ahí, ser catalizador de nuevas soluciones.

En definitiva, a Rosales le ha salido una película poco comercial -posiblemente tendría más éxito en salas de ensayo o proyectada en algún museo- que dará que hablar, por lo que dice y por cómo lo dice.

Ficha Técnica

  • País: España (2008)
  • Óscar Durán
  • Nino Martínez Sosa
  • Wanda
  • 84 minutos
  • Adultos
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Reseña
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Profesora universitaria de Cine Español y Estética Musical. Coordinadora Académica Área de Comunicación Universidad Atlántico Medio (Las Palmas de Gran Canaria)
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