Toda la verdad: El verano ya llegó…

Cuarta película de Carl Franklin (Richmond, California 1949), un director negro formado en la productora de Roger Corman, que antes dirigió Un paso en falso, El demonio vestido de azul y Cosas que importan. Toda la verdad es un thriller jurídico-militar, que se sube al sobrecargado y maltrecho carro de los dramas sobre conducta inapropiada en acciones militares. Con Algunos hombres buenos, la notable película de Rob Reiner, en el horizonte, High crimes, que ése es el t.o., adapta una novela de un tal Finder, uno de los 5 millones de expertos en la CIA y en la cosa geopolítica que se agolpan en la sufrida geografía norteamericana, ansiosos de forrarse a la estela de Tom Clancy.

Claire (Judd), una abogada de San Francisco, se verá obligada a defender a su marido (Caviezel), del que ignoraba su pasado en el ejército. Un abogado alcohólico (Freeman), de dudosa reputación, será codefensor junto a la atribulada esposa.

Aunque en EE.UU. lo de «nos vemos en los tribunales» hace furor desde hace tiempo, para un europeo resulta un poco increíble que proliferen películas como ésta. Son tan evidentes, tan descarados, tan hipervistos, los recursos tópicos de best seller de usar y tirar, que el reparto se contagia de la falta de naturalidad: nunca Freeman, Judd y Caviezel estuvieron tan llenos de tics.

El arranque merece ser llevado a las escuelas de cine para explicar cómo hundir la credibilidad de una película en los primeros tres minutos. Antes de llevar a la pantalla una novela de librería de aeropuerto hay que pensárselo mucho. Si no hay otra cosa que llevarse a la boca, no hay más remedio que reescribirla, para intentar que los personajes sean algo más que el tipo que salta por los aires, el muchachote que empuña la pistola o la chica que parece frágil pero es pedernal del ocho.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (High Crimes, 2002)
  • Fotografía: Theo Van de Sande
  • Montaje: Carole Kravetz-Aykanian
  • Música: Graeme Revell
  • Estreno en España: 26 de julio de 2002
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