Todo incluido

Todo incluido: Loca terapia de parejas

Todo incluido cuenta la historia de cuatro parejas con problemas, y de cómo los resuelven: a base de viejos clichés de comedias. Antes de llamar a sus abogados, Jason y Cintia deciden hacer un último esfuerzo por salvar su matrimonio y se apuntan a la terapia de parejas que ofrece Monsieur Marcel (Jean Reno) en Edén, una isla paradisíaca. Como el precio es prohibitivo, ellos se acogen a la fórmula de tarifa reducida para grupos, embarcando en la aventura a tres parejas amigas, cuyos problemas latentes saldrán a la luz.

Cada pareja es un estereotipo encarnado, y lo encarna en cada momento; Jason y Cintia están frustrados porque no han tenido hijos; a Dave y Ronnie, pareja estable y feliz, les preocupa que sus hijos no les dejan tiempo libre; Joey y Lucy tienen una hija adolescente y su relación se ha enfriado; en cuanto a Shane, recién divorciado, ahora tiene una novia joven que podría ser su hija.

Con ese material, y la llegada a una isla paradisíaca, gestionada por Jean Reno, y con un original programa de terapia, se podría hacer algo muy divertido. Pero los guionistas se han limitado a repetir fórmulas y chistes viejos. Poca comedia, ninguna sorpresa, ninguna tensión.

La sorpresa fue la buena acogida que le brindó el público norteamericano en su estreno. Probablemente porque el reparto es bueno; porque, a pesar de todo, es positiva y triunfa la unidad familiar; y también porque recupera al tradicional público adolescente, incondicional de la comedia ligera y facilona, ahora identificado con unos treintañeros inmaduros que intentan de alguna manera salvar su familia.

▲ Las intervenciones de Vince Vaughn, y la compostura de Serafinowicz, gerente del hotel.

▼ El interminable final, superprevisible.