Tokyo Ghoul

Tokyo Ghoul: Serie B nipona

· Hay un deseo expreso de contar una historia y hacerla atractiva, y no convertir Tokyo Ghoul en un pretexto para desencadenar violencia, sangre y vísceras.

El mundo, al menos Tokio, está lleno de «ghouls»: unas criaturas que recuerdan a los vampiros, parecen humanos y solo se alimentan de hombres. Hay una policía especial que se ocupa -con bastante éxito- de cazarlos y está cerca de conseguir su total exterminación. En este contexto el joven y tímido Ken Kaneki, tras conseguir su primera cita, se ve metido de lleno en una aventura que le supera por completo, entre la policía y los «ghouls», el bien y el mal.

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Tokyo Ghoul ha sido otro de esos grandes éxitos manga que se convirtieron en serie de televisión en anime y que terminan saltando a la pantalla grande con actores de carne y hueso (y -en parte- ordenador). Como era de esperar, se trata de un producto destinado a los incondicionales del cómic japonés y/o de sus vertientes animadas. En ese sentido hay que reconocerle una gran fidelidad a las primeras entregas del TBO, lo que no está nada mal.

Tiene esta película una factura interesante: el deseo expreso de contar una historia y hacerla atractiva, la fotografía al servicio de esa historia, una paleta de colores que emula los del manga original, efectos especiales limitados al mínimo (un presupuesto escaso ayuda), y no convertir Tokyo Ghoul en un pretexto para desencadenar violencia, sangre y vísceras. En ese sentido se trata de una película contenida, el aspecto humano es lo primero. Merece una nota especial el sonido, indispensable para transmitir cómo afectan a Kaneki esas extrañas vivencias. Por cierto, el joven Masataka Kubota, que le da vida, hace un papel excelente.

Para incondicionales del género.