Tomorrowland: El mundo del mañana | Un decepcionante notable-bajo

Tomorrowland: El mundo del mañana | Al cine hay que ir con las expectativas bajas… o me­jor, sin ninguna expectativa. Como uno va a la ven­tanilla de cualquier organismo oficial sabiendo que, a lo me­jor suena la flauta y te resuelven todo a la primera, pe­ro que lo más seguro es que tengas que vol­ver porque te falta una copia compulsada. El problema es que es muy difícil no tener -altas- expecta­ti­vas ante una pe­lícula que firma Brad Bird, el autor de Los Increíbles y Ratatouille y produce e interpreta Geor­ge Clooney, un tipo especialmente inteligente a la hora de elegir sus productos.

Toda esta introducción sirve solamente para explicar que Tomorrowland me ha decepcionado, y para dis­culpar al mismo tiempo a la propia película: quizás no to­da la culpa es de Tomorrowland sino de lo que pedimos a un proyecto como éste.

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La película cuenta la historia de un inventor cíni­co, una niña con superpoderes y un maravilloso país don­de el tiempo y el espacio se diluyen. Hay que reconocer que el arranque es magnífico: un festival visual tre­mendamente imaginativo que hace esperar -de nue­vo las expectativas- lo mejor. Es más, para ser justos, hay que seguir reconociendo que ese despliegue visual es sobresaliente durante los 130 minutos que dura Tomorrowland. El problema -y es un se­rio problema- es que a este espectáculo colorista y fantasioso le acompaña una historia errática y mal con­tada y el desnivel aca­ba pesando como una losa. Pa­rece que a un vetera­no cineasta como Bird, entre­te­nido en probar todo ti­po de efectos especiales, se le olvida la regla inicial de cualquier recién llegado: pri­mero viene la historia y luego la forma. O mejor di­cho, primero escribe bien la historia y luego la colo­reas.

Porque en Tomorrowland hay historia e incluso his­torias: una de amor y desengaño, otra de aventu­ras; hay un mensaje de optimismo muy inspirador, hay has­ta héroes y villanos… pero todos estos elementos no forman un argumento coherente, es más bien un su­matorio de ingredientes que no encuentra en ningún momento la lógica narrativa que se le exi­ge a un re­lato. Además, para intentar paliar esa falta de escritura, se introducen al final parlamentos y explicaciones que ni aclaran ni solucionan nada: simplemente ha­cen más patente que tenemos un pro­blema.

Y eso que, estoy segura, más de uno protestará des­pués de ver la película: pero si está bien rodada, bien in­terpretada, si la fotografía es magnífica, es una pelí­cu­la familiar de aventuras de las que escasean y tiene un mensaje super-positivo: ¿por qué di­ces que es ma­la? Porque nunca lo he dicho. To­morrowland no es ma­la. Simplemente no es lo sufi­cien­temente buena. Y de una película del tándem Dis­ney-BirdClooney no se es­pera que sea buena, se es­pera que sea sobresaliente. Y volvemos al principio: quizás el problema sea mío y de mis altas expec­ta­tivas…

Ficha Técnica

  • Fotografía: Claudio Miranda
  • Montaje: Walter Murch, Craig Wood
  • Música: Michael Giacchino
  • País: EE.UU.
  • Año: 2015
  • Duración: 130 m.
  • Público adecuado: +12 años
  • Distribuidora: Disney
  • Estreno: 29.5.2015
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