Top Gun: Maverick

En 1986 el malogrado Tony Scott dirigió Top Gun, una película bastante mala, con demasiado metraje que parecía una sucesión de anuncios de colonia -con puestas de sol y chupas de cuero con pegatinas- con ocasión y sin ella. Hizo más de 350 millones de dólares en taquilla y contribuyó a un incremento exponencial de la venta de gafas de sol (y de su uso hasta para ir al baño).

36 años después, el productor Jerry Bruckheimer, que de tonto no tiene un pelo y ya ha cumplido los 79 años, se une a Christopher McQuarrie, alma de las últimas cuatro películas de la saga Mission: Impossible (dos están pendientes de estreno en el 23 y el 24 en formato parte 1 y parte 2). McQuarrie logra una película estupenda. Y lo pongo en cabeza de la formación, porque estoy convencido de que él es el que le ha dado clases de vuelo al director Joseph Kosinski. Estupenda para el que le gusten los aviones de combate, para el que le guste el ejército (la Navy, con perdón, que no hay marino que no te replique con un punto de chulería muy simpática cuando les igualas con los militares de tierra o del aire), para el que le guste Tom Cruise. Para el que esté hasta las narices de que te marquen el discurso políticamente correcto y te sermoneen con ocasión y sin ella sobre cuotas y modelos de masculinidad…

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La crítica completa de esta película se encuentra en el nº 210 de la revista FilaSiete (Especial Hitchcock), que puedes adquirir por compra directa o por suscripción.