Turbo

Turbo: ¡Cómo corre ese caracol!

En la senda de películas similares de superación, correcta y divertida, con buenas voces españolas 

Después de haber presentado a los personajes, que son bastante simpáticos, en particular ese hermano gruñón -habría que decir «realista»- que le da continuamente una réplica graciosa, el soñador Turbo sufre un accidente que le transforma en un caracol super veloz (teóricamente eso es una contradicción); y puestos a soñar,… por qué no competir en las 500 millas de Indianápolis. Para realizar este sueño Turbo contará con la inestimable ayuda de dos inmigrantes mejicanos que tienen un puesto de tacos, y un equipo de moluscos chiflados.

El esquema básico tiene mucho que ver con el de Aviones o el de Cars, la clásica historia de superación, en este caso, a una escala descomunal; y David Soren, director y co-guionista de esta aventura, lleva tiempo siguiendo caminos trillados, remozando el género con detalles divertidos, con diálogos chispeantes, pero sin alterar un esquema probado, no en vano pertenece al equipo Dreamworks (Madagascar, El Espantatiburones).

En el caso presente, aparte de una puesta en escena cuidada y de una animación de calidad, lo más divertido es el paralelismo que traza entre el mundo de los humanos y el de los moluscos, y el equipo de ayudantes que ha dispuesto para Turbo durante la carrera. Lo más interesante sin embargo, es el protagonismo que tienen los mejicanos en esta historia; algo realmente llamativo, signo de los tiempos modernos en la sociedad norteamericana.

Por lo demás, se trata de una obra simpática, positiva y familiar; una película correcta, a la que falta pegada porque ni es tremendamente divertida ni tiene nada particularmente destacable. O tal vez vale la pena destacar  en este caso un doblaje excelente, más atractivo en algún momento que las voces originales.