Un cuento de verano: Elka y Stefek

«La mitad de la historia es robada de mi vida. Es la relación entre un niño y su hermana adolescente que se ocupa de él. Otra mitad de la historia está robada de la vida de otro: es la relación de un padre con sus hijos abandonados. Es bonito oír que la historia sabe un poco como una película antigua. Hice todo lo que pu­de para conseguir eso. Esa es mi reacción ante el cine moderno. Una forma de contar cada vez más rápida, acción sin parar, cámaras en mano y montaje estilo videoclip ya no son algo fresco para mí. Me impresiona si alguien mantiene mi atención durante algún tiempo sin mover la cámara o cortar. Ese es el motivo por el cual las cosas que parecen pasadas de moda a menudo son realmente frescas para mí. Lo mismo ocurre con las cosas de las que hablan las películas. Ya no me impresiona la violencia, el sexo y una dosis depresiva de verdad sobre la vida. Sí me impresiona una visión de la vida delicada y positiva y aprecio el sentido del humor».

Este comentario del director polaco de 45 años Andrzej Jakimowski define bastante bien la esencia de esta película audaz y, a la vez, tradicional (si lo prefieren, quizás sea más preciso invertir el orden de esos dos sumandos). Jakimowski tiene mirada de documentalista y le gusta mostrar a la gente tal cual es. Un cuento de verano es una película de una llamativa belleza, pero es una belleza que no se empeña en decir aquí estoy yo, cosa muy meritoria teniendo a dos protagonistas de una belleza (de rostros, de gestos, de movimientos) que crea adicción, especialmente en los primeros planos. El niño Damian Ul fue seleccionado entre 400 chicos y hay que descubrirse ante la excepcional manera de dirigirle que ha usado Jakimowski, capaz de mostrarnos los efectos que ha tenido en el niño la falta de un padre y la correspondiente crianza a cargo de una hermana que tiene 17 años pero parece, en algunos aspectos, haber vivido tres vidas.

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Risa entre lágrimas

El objetivo de Jakimowski es, como él mismo señala, hacer reír entre lágrimas. Podemos decir que lo consigue en general, incluso de manera muy brillante en bastantes momentos. Pero parece obligado se­ñalar que sobra artificiosidad en el montaje (hay un empeño por fragmentar la acción que termina dañando el tempo de la cinta) y subrayados musicales que acaban siendo cargantes. Ambos recursos son una especie de variación eslava de un tema de Tati. Siendo una cinta muy notable, parece claro que sería bastante mejor con menos signos de puntuación. Aunque no hay que perder de vista que la infancia que retrata la película es una infancia quebrada con ten­dencia a la simpleza recurrente.

Ficha Técnica

  • País: Polonia (Sztuczki, 2007)
  • Fotografía: Adam Bajerski
  • Montaje: Cezary Grzesiuk
  • Música: Tomasz Gassowski
  • Duración: 96 m. Jóvenes
  • Distribuidora: Sherlock
  • Estreno: 24.IV.2009
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