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Un lugar tranquilo

En estas películas, el miedo no lo es todo. Además del placer de la tensión, añaden el de la elaboración formal y el de la reflexión temática y psicológica

Un lugar tranquilo (John Krasinski, 2018)

Un lugar tranquilo: «Si haces un solo ruido, estás muerto»

Si hoy día ya no es tanto en el cine, sino en la ficción seriada, donde hay que buscar las mejores historias, uno de los ámbitos en los que la gran pantalla intenta ofrecer películas de calidad es el género de terror. Títulos recientes como La Bruja (Eggers, 2015), Déjame salir (Peele, 2017) y Hereditary (Aster, 2018) han ido en esta dirección, llevando a algunos a acuñar la definición de «elevated horror» (un terror de alto nivel) para indicar un renacimiento del género.

En estas películas, el miedo no lo es todo. Además del placer de la tensión, las películas mencionadas añaden el de la elaboración formal y el de la reflexión temática y psicológica. Un lugar tranquilo, muy apreciada por la crítica, entra dentro de esta categoría, en la que sobresale por su rentabilidad. Un gran éxito en taquilla (340 millones en todo el mundo) que confirma la regla de que el terror es un género rentable (la película costó 17 millones de dólares).

Basada en un simple concepto de máxima espectacularidad («si haces un solo ruido, estás muerto / if you make a sound, you die» – cfr. BecksWoods, 2019), la película cuenta la historia de los Abbott, una familia de supervivientes de la invasión alienígena de criaturas horribles que han diezmado la población de la Tierra. Completamente ciegos, los depredadores son guiados en la cacería por un oído ultra desarrollado. Pueden oír el más mínimo ruido a kilómetros de distancia, llegar a la presa con rapidez rapaz, masacrarla con sus garras.


Habiendo escapado de la carnicería, atrincherados en su granja, los Abott -padre, madre y tres hijos- no pueden hablar si quieren sobrevivir. Ante la amenaza de una muerte segura, solo pueden comunicarse con gestos. Esta es la originalidad formal de la película, su rasgo narrativo innovador: la renuncia casi total a los diálogos, centrando todo en los actos y los rostros de los personajes. La película pertenece a un filón cinematográfico que en los últimos años ha coincidido en valorar la imagen respecto a la palabra.

Pensemos en películas tan distintas entre sí, como The Artist (Hazanavicius, 2011), Bajo la piel (Glazer, 2013) y Cuando todo está perdido (Chandor, 2013). Según los guionistas Scott Beck y Bryan Woods, su inspiración se remonta a sus días universitarios, a su pasión por las obras maestras del cine mudo: Keaton, Chaplin, Tati. Los dos comienzan a pensar en una historia que conduce al «cine puro» -es decir, visual, pensado para los ojos- pero también divertido, para el público en general, combinando arte y entretenimiento, siguiendo el ejemplo de Spielberg.

Especialmente con Tiburón (1975), Spielberg es también un modelo para el director y coautor del guión, John Krasinski. A la reescritura del guion inicial realizada por Krasinski le debe la película, en particular, su calado temático en las cuestiones referidas a la familia y la paternidad. El director, de hecho, lee el guion por primera vez el día después del nacimiento de su segunda hija, interviene en la ola de sentimientos que sugiere la llegada de un niño: sobre todo, la impresión de vulnerabilidad que transmite el bebé, y el instinto de protección que despierta. Estas ideas fueron claramente aprovechadas también en las logradas interpretaciones: Krasinski y Emily Blunt -su esposa en la vida real- son los padres protagonistas.

La eficaz retórica narrativa de la apertura

Un lugar tranquilo comienza con una secuencia muy lograda. Le debe mucho. Los Abott están en la ciudad ahora deshabitada, en un supermercado en ruinas, buscando suministros. Mudos y descalzos. Intuimos que para evitar el riesgo de hacer ruido y recordar algo terrible. Cuando Beau, el hijo menor, atraído por un modelo de nave espacial en una estanteria, lo deja caer, tememos lo peor. Afortunadamente, su hermana mayor, Regan, consigue atrapar el juguete antes de que toque el suelo. Pero la niña, sin que sus padres lo sepan, comete un error que pronto resulta trágico: apoya el deseo de su hermanito de llevarse el objeto cuando regresa. Sin notar que el pequeño ha tomado las pilas del juguete, que con extrema cautela su padre Lee había quitado después de la peligrosa situación, para evitar el sonido.

Los Abott caminan en línea hacia su hogar en el bosque. Beau, detrás de todos, enciende los reactores de la lanzadera. Sus aterrorizados padres entienden que no hay nada más que hacer, incluso cuando el padre corre desesperadamente hacia el niño. Antes de que llegue a él, desde el bosque, tan rápido que no podemos entender su forma, una criatura se proyecta sobre Beau. El director evita que veamos al pequeño masacrado.

Paolo Braga

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El estudio crítico completo de esta película se encuentra en el libro Cine Pensado 2018, que puedes adquirir en este enlace:

Ficha Técnica

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