Un pequeño contratiempo

Un pequeño contratiempo: De año en año

· Crítica de Un pequeño contratiempo | Estreno 4 de junio de 2021.
· La historia tiene contenido, la idea de aprovechar el tiempo y de aprender de los errores para no repetirlos, algo para reflexionar al terminar la proyección cuando se sale con una sonrisa en la cara.

Teddy vive para su trabajo y descuida todo lo demás. La historia comienza una Nochevieja, cuando Teddy conoce a Leanna. Comienzan una relación que terminará en boda. Poco antes de la ceremonia Teddy visita la tumba de su padre, y se encuentra -aunque entonces lo ignora- con un «señor del tiempo» en la misteriosa forma de una amable anciana. Al enterarse de que ni ha preparado el viaje de novios, ni ha mirado su nueva casa, esta mujer decide enseñarle lo que significa comprometerse y le hace un regalo especial. A partir de la boda el tiempo, literalmente, se esfuma: cada nuevo día es el mismo día -como en Atrapado en el tiempo pero al revés-, el aniversario de boda un año después. Teddy no sabe cómo romper la maldición, la vida se le escapa, no sabe qué ha hecho con su tiempo, y su mundo se desmorona.

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Segundo largometraje escrito y dirigido por el actor australiano Josh Lawson (La pequeña muerte, 2014), que vuelve a dar pruebas de originalidad y talento. Maneja con soltura una comedia romántica con una pareja protagonista encantadora y un toque de fantasía y misterio. No es poco. Un pequeño contratiempo bebe directamente, y lo reconoce, de Atrapado en el tiempo. Las alusiones a la misma son superfluas porque la película tiene solidez y personalidad propia. Más importante es la idea de fondo y sus repercusiones, que tiene mucho en común con ¡Qué bello es vivir!.

La pareja protagonista está formada por Rafe Spall, hijo de Timothy Spall, y Zahra Newman, que llevan con facilidad el peso de la película: ella es encantadora, él nos hace sentir su frustración al luchar, inútilmente, con los sucesos del año que ha transcurrido sin enterarse… y debería saberlo, él estuvo allí, ¿o no? Hay buenos diálogos, humor y empatía. Creemos en los protagonistas, nos interesa lo que les sucede, queremos que la historia acabe bien. Es la esencia de la comedia clásica. Lawson hace además maravillas con un presupuesto ridículo. Apenas se notan, pero sí se notan, las decisiones debidas a la escasez de numerario.

Finalmente, la historia tiene contenido, la idea de aprovechar el tiempo y de aprender de los errores para no repetirlos, algo para reflexionar al terminar la proyección cuando se sale con una sonrisa en la cara.