Un viaje de diez metros

Un viaje de diez metros: Cómo se gana una tercera Michelín

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Un viaje de diez metros | El sueco Lasse Hallström prueba con una película de estilo visual cercano a su oscarizada Chocolat, pero sin sermones ideológicos.

En 2008, el norteamericano Richard C. Morais publicó en la India su primera novela, Un viaje de diez metros, que se convirtió rápidamente en un bestseller internacional, vendido en 28 países. Antes de que se pusiese a la venta en Estados Unidos, la productora Juliet Blake leyó un avance del libro y convenció a Spielberg y a Oprah Winfrey para trasladarlo a la pantalla. La temática de fondo es golosa: la comprensión y la aceptación mutua por parte de gentes muy diferentes.

Novela y película narran la historia de la familia india Kadam, que abandona su país y emigra a Francia, buscando un lugar donde abrir su restaurante “La Maison Mumbai”. El problema surge cuando los Kadam, al llegar al pueblo elegido, Saint-Antonin-Noble-Val, compran un local justo a diez metros del prestigioso restaurante francés “Le Saul Pleureur”.

Un viaje de diez metros es una historia sencilla, en torno a cuatro personajes. El veterano guionista Steven Knight –Promesas del Este (2007), Amazing Grace (2006) se ha encargado de escribirla. Hay quien podrá pensar que estamos ante otra historia culinaria más, en este caso algo empalagosa y plena de buenismo. A mí me cautivó desde el primer momento. Estamos ante un cuento, una fábula, sobre temas fuertes como el racismo y la inmigración, aderezados por el encanto del arte culinario. Y si uno la ve en esa longitud de onda, toda ella rezuma humor, cariño, buen gusto y respeto por lo diferente.

Hallström adopta el mismo estilo visual que en su momento usó para su oscarizada Chocolat (2000): el diseñador de producción David Gropman repite y se nota. Y, aunque no estamos ante una película sobresaliente, se han mimado los diferentes aspectos de la producción. En una atmósfera de cuento colorido, las cuidadas localizaciones en un paisaje exótico y pintoresco tienen mucho protagonismo. Las escenas gastronómicas son de chuparse los dedos. La música combina con gracias el clasicismo de Mozart con los ritmos bollywoodienses.

La pareja de jóvenes actores (Manish Dayal y Charlotte Le Bon) y la de veteranos (Helen Mirren y Om Puri) funcionan a la perfección, propiciando dos horas deliciosas.