Una mujer, una pistola…

Una mujer, una pistola…: El precio de la fama

Una mujer, una pistola… | Surgen muchos interrogantes ante una película así en un director de la talla de Yimou.

Esta historia marcó el inicio de la carrera de los hermanos Coen, y ahora puede marcar -de forma muy diferente- la de Zhang Yi­mou. Para muchos, especialmente fuera de China, resulta una desagradable sorpresa la farsa que ha realizado el director de Vi­vir y El camino a casa.

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En China, el género paródico es muy apre­ciado, y una obra como Kung fu sion fue uno de los mayores éxitos locales de la his­toria, a pesar de que aquí fue ignorada (no­sotros la vimos y nos reímos mucho, espe­cialmente con ese doblaje delirantemente divertido que le puso Sony, distribuidora es­pañola). En fin, el debate sobre la trayecto­ria de Yimou sigue abierto: unos opinan que se ha perdido como director, otros pien­san que demostró ser un genio y se ha re­lajado, los de más allá que se ha quedado en China y que su cine de alguna manera ex­presa la deriva de su país…

Wang, triste y avejentado dueño de un pe­queño restaurante en una remota localidad china, descubre que su joven esposa lo en­gaña con uno de sus empleados. Wang con­trata a un matón para que liquide a la in­fiel pareja. Debía ser un asunto fácil, pero las cosas se tuercen y nos encontramos con una terrorífica serie de muertos, no siempre los que se preveían.

Aclarado ese punto, la forma, los persona­jes, las situaciones, son descaradamente es­que­máticos y caricaturescos. Desde el prin­ci­pio de la historia, estamos en el reino de la farsa -el estilo tiene que ver con el tea­tro po­pular-, y si el espectador olvida la necesi­dad de buscar a los Coen detrás de esas tomas, puede disfrutar del espectáculo.

Más adelante se reconoce que la historia va en serio, que hay un parecido real con San­gre fácil, y que Yimou ha conseguido el am­biente de thriller y el humor negro del ori­ginal.